El Ministerio de Salud Pública pretende imponer una “Normativa Técnica” al plan estratégico del Ministerio de Educación, a fin de prohibir en los cafetines y tiendas que operan dentro de los establecimientos de la red nacional de salud, escuelas públicas y privadas, la venta de chuchadas. Por decreto pretenden combatir la obesidad infantil, prohibiendo alimentos y bebidas que no son nutritivos.
El Gobierno se ha propuesto poner a dieta a los futuros ciudadanos e inculcarles hábitos de vida saludables. Con esta política, quedarán prohibidas para este año escolar las ventas en escuelas e instalaciones estatales de alimentos y bebidas poco nutritivos y con alto contenido de grasas saturadas, sodio y azúcares, calificados como alimentos chatarra.
Alimentos, que estudios internacionales han demostrado tienen una incidencia en enfermedades crónicas no transmisibles como la obesidad, la hipertensión y la diabetes. Las autoridades han decidido combatir los malos hábitos alimenticios en la juventud.
Pero limitarse a un decreto restrictivo, no funciona. Se necesita también aplicar políticas bien planteadas para obtener resultados positivos. Por ejemplo, en México, con base en estadísticas de comercio, se observa la disminución del consumo de refrescos, desde la aplicación de políticas educativas generales. Ahora, la gente en las grandes ciudades prefiere tomar agua. Los cambios sociodemográficos y las crisis sociales y económicas de las últimas décadas han incidido en las prácticas alimentarias, tanto de carácter cualitativo como cuantitativo, impactando de manera diferente en los distintos sectores sociales.
El compromiso de una buena salud alimenticia inicia desde el hogar y para los jóvenes desde la edad temprana. Sin una política educativa integral y general, quedan huérfanas las regulaciones que limitan derechos constitucionales. Es necesario educar a las familias y los niños con campañas y en las escuelas con objetivos de formación para que se comprenda la importancia del buen alimento, así como de las cantidades de ingesta diaria que nuestro organismo necesita para tener un excelente funcionamiento.
El objetivo de la educación alimentaria y nutricional en la población infantil, debe ser el comunicar y enseñar hábitos de vida y de alimentación saludable, que permitan mejorar y preservar la salud actual y futura de los niños y jóvenes. Es un proceso de enseñanza-aprendizaje para la adquisición de conocimientos, el reconocimiento de la necesidad del cambio de hábitos.
La educación alimentaria es una herramienta fundamental para prevenir, controlar y hacer frente a los problemas nutricionales de la infancia y también de la vida adulta. El incremento del sobrepeso en jóvenes y la obesidad infantil, que son malnutrición, se encuentra estrechamente relacionado a los malos hábitos alimentarios, dietas monótonas de baja calidad nutricional y estilos de vida poco saludables, adquiridos muchas veces dentro del entorno familiar. De allí la importancia de las intervenciones educativas generales para corregir e incorporar hábitos saludables que influyan positivamente en la salud.
La educación alimentaria debería abarcar todos los ámbitos de la vida de un niño, desde el hogar, la escuela y hasta en los momentos de juego y recreación. Evitando anuncios comerciales engañosos y contrarios a la política de salud. Esta educación involucra a las personas que influyen en la formación y educación de los niños. Los niños deben incorporar gradualmente buenos hábitos alimentarios y estilos de vida saludables con el objetivo de establecer hábitos perdurables. Para ello se debe brindar mensajes sencillos y medidas concretas para que puedan llevar los conocimientos aprendidos a sus vidas cotidianas, ponerlos en práctica y mejorar su estado de salud.
La promoción de hábitos alimentarios y estilos de vida saludables no es tarea fácil. La experiencia ha demostrado, que los niños responden favorablemente cuando las actividades lúdicas forman parte de la enseñanza.
* Columnista de El Diario de Hoy.