Se realizo la mundialmente reconocida reunión anual del Foro Económico Mundial, en Davos, Suiza. La élite política y empresarial del mundo se reúne en un resort alpino, para comparar notas sobre los desafíos que los altos intereses económicos enfrentan.
Es de especial relevancia subrayar que una destacada profesional, la excanciller Marisol Argueta de Barillas, es la Senior Advisor, jefe de Latinoamérica del Foro Económico Mundial, talento nacional que en las grandes ligas nos representa de forma brillante.
Los puntos relevantes de la agenda de este año se enfocan en los temas de ciberseguridad y el deterioro de la situación geopolítica. El primero de los riesgos se observa a medida que los estados y actores privados se disputan el desarrollo tecnológico del mercado.
Pero el segundo riesgo surge en un entorno geopolítico cada vez más inestable. Debido a que la geopolítica nos sirve como modelo para entender como funciona el mundo, la creciente agitación e incertidumbre, promete afectar no solo a los asistentes en Davos, sino también al mundo entero.
Los negocios y la geopolítica han estado bailando juntos durante muchos siglos, turnándose para dirigir el baile. Por ejemplo, las corporaciones modernas remontan sus raíces a los acuerdos alcanzados entre empresarios en el Mediterráneo oriental, alrededor de la época de las Cruzadas.
Estos primeros contratos se celebraron entre un inversor sedentario (que proporcionó el capital) y un valiente viajero que acompañó los bienes comerciables en un viaje peligroso. Increíble, pero estas corporaciones básicas, funcionan a la fecha dentro de los límites de sus entornos geopolíticos. Otro ejemplo lo vemos en las relaciones amistosas que se construyeron entre Venecia y el mundo musulmán, las cuales permitieron a los viajeros venecianos convertirse en los hombres de negocios más importantes del mundo, vendiendo productos orientales en Europa para obtener grandes ganancias.
Estas tendencias crearon el mundo de las corporaciones multinacionales que conocemos hoy en día. A medida que la importancia de las fronteras nacionales disminuya, las empresas siempre van aprovechar el inimaginable y próspero entorno empresarial.
La interminable búsqueda de eficiencia ha llevado a las empresas a expandir sus operaciones en todo el mundo, haciendo que las empresas se conviertan en los tomadores de decisiones, los cuales son cortejados por los gobiernos de turno nacionales. El objetivo es generar un mundo donde las empresas puedan optar por asignar recursos donde consideren un entorno más favorable para invertir.
Pero los tiempos están cambiando y las certezas geopolíticas de ayer están desapareciendo. Hoy en día las amenazas asimétricas se reflejan en el terrorismo. La Seguridad Nacional de los Estados Unidos, publicada el pasado diciembre, se centró en China y Rusia. Destaca que en el transcurso del presente año, se espera que el presidente Trump dé a conocer las duras medidas diseñadas para contrarrestar las amenazas percibidas del comercio chino.
El aumento de la confrontación entre estados gigantes a menudo puede ser malo para los negocios internacionales. Pero los gobiernos nacionales hoy en día tienen el monopolio para contrarrestar penalmente la violencia. Eso significa que existen reglas.
Las empresas multinacionales no solo están globalizadas por su eficiencia, sino también por las necesidades poblacionales. ExxonMobil, Shell y BP producen petróleo y gas natural donde quiera que sea rentable, incluso en países con los que Occidente podría enfrentar una guerra. Además, las compañías de tecnología como Apple Inc. dependen cada vez más de las líneas de producción extranjeras. Ninguna de estas cadenas de suministro se puede renovar de la noche a la mañana.
El discurso en el último día de Davos, el presidente Trump dijo que siempre promoverá “América primero”, tal como se espera que hagan otros líderes mundiales cuando se trata de sus propios países.
* Columnista de El Diario de Hoy.
resmahan@hotmail.com