¿“Sh*thole country”?

En los próximos eventos electorales, tenemos una buena oportunidad para ser más selectivos y, ante todo, darles seguimiento una vez estén en sus cargos. No hagamos caso a esas voces populistas que nos piden anular el voto.

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Por Elizabeth Castro

19 January 2018

Serenidad y calma, compatriotas. Intentemos pensar las cosas con la mente fría y sin las pasiones que la obnubilan. La afirmación es fuerte y es lógico que nos ofendiera. Lo menos que esperamos de un presidente es que llamase así a un país (en caso lo haya hecho, pues no está del todo claro), de forma tan baja y despectiva.

Hay algo de verdad en esas palabras, tristemente. Para muestra, un botón. El Reporte Mundial 2018 de la Organización Internacional para las Migraciones coloca a El Salvador como el segundo país por cada 100 mil habitantes en el que hay más desplazamientos debido a la violencia y conflictos (3,600), detrás de Siria (4,400) y seguido por Libia (2,500). Sumemos a eso la deplorable situación económica, la corrupción —que es un enorme obstáculo para el desarrollo— y la impunidad reinante.

Podríamos echar la culpa de nuestras dolencias a los malos políticos y sentirnos más o menos tranquilos. Ciertamente, tienen mucho que ver, pero somos los ciudadanos quienes con nuestros votos (o por la falta de ellos) les dimos las posibilidades de llegar al poder y les permitimos seguir allí por nuestra poca exigencia.

Tenemos una sociedad enferma. Si no tomamos las riendas de nuestro país cuanto antes, se terminará descomponiendo. Sucesos desde los más pequeños, hasta los más grandes, que se han convertido en cotidianidad, lo confirman: un constante y creciente irrespeto a las leyes —máxime las de tránsito— las actitudes de quienes buscan salirse con la suya siendo los “más vivos” sin importar lo que conlleve, gente que discute o pelea en las calles, nefastos hinchas del fútbol que son capaces de golpearse salvajemente casi hasta la muerte…

El problema sería quedarnos con el diagnóstico de nuestros males o en la mera crítica destructiva sin buscar soluciones. Esto es igual de fácil y cómodo que publicar imágenes de nuestras bellezas naturales. Ser un buen salvadoreño no está en apoyar a la Selección, en que nos guste la comida típica o en utilizar determinadas palabras y dichos. Está bien que nos sintamos orgullosos de lo nuestro y nos sirven hasta cierto punto como una dosis de autoestima, pero sacar adelante a una nación requiere esfuerzo y vencer la comodidad.

Si todos aquellos que se sumaron a la ola de indignados por lo del “Sh*thole country” iniciaran a actuar de manera ejemplar, con sentido de civismo, otro gallo cantaría. Esto implica involucramiento y compromiso. Lo que con nuestras acciones sembremos cada uno de los salvadoreños, eso cosecharemos. Patria no es un ente impersonal. Patria es la suma del “yo”, cuyo resultado es un “nosotros” de responsabilidades compartidas.

Ser mejores ciudadanos es sinónimo de elegir inteligentemente a aquellos que ocuparán cargos públicos. En los próximos eventos electorales, tenemos una buena oportunidad para ser más selectivos y, ante todo, darles seguimiento una vez estén en sus cargos. No hagamos caso a esas voces populistas que nos piden anular el voto.

Aprovechemos la actitud positiva que nos caracteriza para ver con optimismo el largo y dificultoso camino que tenemos por delante. Soñemos, aspiremos hacia lo más alto, pero con la imaginación del que es consciente de que la situación no mejorará de la noche a la mañana.

Los salvadoreños debemos unirnos y trabajar juntos por un país del que nos podamos sentir realmente orgullosos y del que nadie pueda decir que es un “Sh*thole”. Desde mi trabajo y cumpliendo a cabalidad mis obligaciones, daré lo mejor de mí para sacar adelante al país que amo. Somos muchos los que queremos esto. Sé que no estoy solo en esta lucha.

*Periodista.

Máster en comunicación corporativa.

jgarciaoriani@gmail.com