Preparémonos para el evento electoral

Es muy preocupante que tantos salvadoreños, individualmente o en grupo, sean actualmente cajas de resonancia clamando en contra de los partidos políticos.

descripción de la imagen

Por Elizabeth Castro

12 January 2018

2018 es, indudablemente, un año crucial para nuestro país. Ha iniciado con la cancelación del TPS para cientos de miles de compatriotas que, gracias a la generosidad de los Estados Unidos, gozaron de ese beneficio desde que el gobierno de Francisco Flores (Q.D.D.G.) lo consiguió para ellos. Y tendremos, a cincuenta días plazo, las elecciones más determinantes para la vida republicana y democrática de El Salvador.

Es muy preocupante que tantos salvadoreños, individualmente o en grupo, sean actualmente cajas de resonancia clamando en contra de los partidos políticos. Cierto que estos, sin excepción, han cometido muchos pecados, aunque los pecados de algunos son mortales y los de otros veniales. Pero eso no implica que ese sistema deba desaparecer. En todo caso, podemos castigar a los unos votando por los otros, pero no cometamos el suicidio de creer que un autoproclamado mesías, por mostrarse independiente, (ojo, digo “mostrarse”, no “ser”) será una mejor opción que los candidatos presentados por los partidos políticos tradicionales o de reciente formación. Y las tendencias que sugieren las encuestas, son casi una “carta suicida”, en vistas a 2019, mostrando una mayoritaria simpatía por un ególatra irresponsable, que sufre del complejo de Peter Pan y que sería quien más daño podría hacer a nuestro país.

Esa es una razón más por lo que las elecciones de 2018 adquieren todavía mayor importancia. Porque de la calidad, ideología, conducta, logros y compromiso de los alcaldes y diputados que resulten electos, además de las enormes responsabilidades que enfrentarán durante el año, también dependerá que los votantes cambien sus erradas simpatías y se decidan por quien, verdaderamente, pueda llevar a nuestro país por buen rumbo a partir de 2019.

Si escuchamos a los ciudadanos “de a pie” que con frecuencia son entrevistados para los noticieros televisados, todos quieren votar por candidatos hechos a la medida en Ilobasco, olvidando que “cada conglomerado vale en relación a las personas que lo conforman”. Es decir, que mientras los salvadoreños, como un cuerpo, continuemos sin educarnos, sin informarnos, sin tomar cada uno la absoluta responsabilidad sobre nuestra vida, nuestra familia y sobre las consecuencias de nuestros actos, tampoco podemos esperar maravillas de los funcionarios. Porque ha habido (los hay) excelentes candidatos, pero la mayoría no elige por méritos, sino por popularidad, por apariencias, porque se tragan las mentirotas de cambios instantáneos y sin esfuerzos, etc. Así, un candidato serio y responsable no puede competir contra un populista sin escrúpulos, cínico y mentiroso. Mucho menos, cuando se ha insuflado el odio de clases por décadas y a la gente no le importa estar mal, con tal de que se haga daño “a los ricos”, sin medir las graves consecuencias que algunas medidas puedan tener para todos.

Por eso, exijamos a los partidos políticos que hagan su parte, permitiéndonos conocer la calidad de sus candidatos y de sus propuestas; pero cumplamos con nuestro deber, que no solamente incluye el cumplimiento de nuestras obligaciones el día de las elecciones (como votantes o miembros de las JRV, según nos toque), sino que comienza hoy mismo, preparándonos para que nuestro voto haga la diferencia. Buenos ciudadanos lograrán mejores funcionarios.

Una buena asesoría para votantes podemos encontrarla en “El Presidente, Manual para Electores y Elegidos”, el libro más reciente de Carlos Alberto Montaner. Claro, sencillo, ameno y concreto. Lo recomiendo enfáticamente.

*Columnista

de El Diario de Hoy.