¿Ingenuidad de Kim Jong-Un para hacer la guerra?

El caudillo de Corea del Norte no alcanzó el poder por méritos propios sino lo heredó de su abuelo en una confusa sucesión y como en el caso de muchos autócratas es neófito en estrategias militares.

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Por Elizabeth Castro

12 January 2018

En los siglos XIX y XX grandes estrategas europeos fundamentaban su accionar en primer lugar agotando los esfuerzos diplomáticos precisamente para no entrar en guerra y si ya no había otra opción que presentar batalla, estudiaban cuidadosamente la capacidad militar de su oponente, identificaban sus fortalezas y debilidades y después de un amplio análisis elaboraban un plan de ataque y de defensa, calculaban la duración de la batalla para proveerse de las cantidades adecuadas de municiones, equipos, vituallas, etc., incluso cuando era posible realizaban maniobras para corregir sobre la marcha algunos aspectos para garantizar el éxito. Kim Jong-Un tal parece que hace todo lo contrario.

Isoruko Yamamoto, Comandante en Jefe de la Flota Imperial de Japón en 1941 después del ataque a la base naval norteamericana en Pearl Harbor, hizo el comentario siguiente: “Hemos herido el orgullo del país más poderoso del mundo desde el punto de vista económico e industrial y ello es de mal augurio para los intereses japoneses (Traducción aproximada)”. En otras palabras su pensamiento lógico le hacía ver que un país con vastos recursos es capaz de montar una maquinaria bélica formidable como para derrotar a Japón y eso solo era cuestión de tiempo. Kim Jong-Un quiere pelearse con el más grande y poderoso.

Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo el siglo pasado, militares de alto rango del ejército alemán de la talla de Bock, Runsted, Kleist, Kluge, Manstein, Rommel, Hoth y otros, con frecuencia objetaban las decisiones militares de Hitler. Los primeros eran militares de profesión pragmáticos, conocedores de la estrategia, en cambio el segundo a pesar de ser el comandante de todas las fuerzas alemanas, basaba sus órdenes en corazonadas, emociones y resentimientos. Kim Jong-Un concede más importancia a sus caprichos y antiguos traumas.

El caudillo de Corea del Norte no alcanzó el poder por méritos propios sino lo heredó de su abuelo en una confusa sucesión y como en el caso de muchos autócratas es neófito en estrategias militares, diplomacia y derecho internacional, sus juguetes son los misiles y solo le interesa lanzarlos a su enemigo gratuito, los EUA. Destaca su irresponsabilidad por insistir en una guerra evitable en lugar de dirimir sus diferencias por métodos civilizados. Actúa como si no le importara el sufrimiento del pueblo norcoreano en caso de una guerra y se embarca en fantasías triunfalistas como eso de “Liberar a Corea del Sur y luego derrotar a los EUA”.

Comparado con Corea del Sur, Corea del Norte es un país atrasado, no desarrollado como ocurre con las tiranías socialistas, las comunicaciones y el transporte tienen medio siglo de rezago y las fuentes energéticas son insuficientes. Los noticieros internacionales y el Internet están prohibidos de ahí el aislamiento de la población. Radioemisoras y televisoras están intervenidas y censuradas, abundan en propaganda y loas al dictador. Ha desarrollado cierta capacidad misilistica y tiene los medios para dar el primer zarpazo pero carece de recursos para una guerra. Su fuerza aérea y naval son limitadas e insuficientes.

La errática y equivocada actuación de Kim Jong-Un de amenazar, provocar, alardear y desobedecer las regulaciones internacionales sobre desarrollo nuclear tarde o temprano le pasarán factura, y en el peor de los casos, en un enfrentamiento bélico lleva todas las de perder. Sus perturbaciones emocionales le impiden realizar que solamente en Corea del Sur los EUA disponen de 18 bases aéreas, sin contar con las del Japón y otros lugares del Asia, dispuestas a repeler cualquier agresión norcoreana. En el extremo caso de entrar en acción en cuestión de horas podrían neutralizar los misiles norcoreanos en sus bases y paralizar el país destruyendo sus comunicaciones, medios de transporte, centrales hidroeléctricas, fábricas de pertrechos y instalaciones militares.

*Colaborador

de El Diario de Hoy