La suerte de “el búnker”

La consigna que siguen los jefes en “el búnker,” según el reportaje antes mencionado, es totalmente opuesta. La esencia de su trabajo es crear la percepción que todo está bien, cuando todo indica que no es así.

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Por Mirna Navarrete

10 January 2018

La noticia que predominará esta semana, sin lugar a duda, será la finalización del TPS. La decisión del Gobierno estadounidense de cerrar el programa ha gozado de una tremenda cobertura en los espacios de noticias y opinión. Esto es importante. Los salvadoreños debemos de estar informados sobre qué les depara a los compatriotas afectados. Es necesario que se analice y se debata técnicamente la dimensión y las particularidades de lo que se avecina para poder empezar a trabajar en una estrategia que permita lidiar con la situación de la mejor manera posible. También debemos aprender de esta experiencia. Identificar cómo llegamos a este punto y qué pudimos haber hecho diferente para evitarlo es imperante, ya que, de no hacerlo, corremos el riesgo de repetir los mismos desaciertos y negligencias.

La cobertura de esto es valiosa y necesaria, pero sacará de escena una noticia reciente publicada por este periódico en la que se reveló que el Gobierno ha montado una oficina, apodada “el búnker”, que trabaja desde el pabellón número seis del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (Cifco) para crear la percepción de que el trabajo en seguridad pública es efectivo. La lógica detrás de “el búnker” es la causa de la mayoría de problemas y crisis que enfrenta el país, y de la ineficiencia e ineficacia de su abordaje gubernamental.

Según el reportaje, la oficina montada en el Cifco tiene como finalidad principal formular estrategias comunicacionales orientadas a diseminar información que minimice o revierta la mala imagen asociada con el gabinete de seguridad, causada por los pobres resultados obtenidos en el terreno.

Explica la nota, además, que en “el búnker” se ha reconcentrado al personal de comunicaciones más destacado de todas las instituciones del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública para que trabajen en la consecución de ese objetivo. El reportaje cita una fuente que asegura que las sesudas estrategias comunicacionales de seguridad, como la de enfatizar el número de municipios en los que no se registran homicidios, son maquinadas y operadas desde el Cifco, bajo órdenes de personajes de quienes no se citan más credenciales que el haber pertenecido a la guerrilla y a la clandestina Radio Venceremos.

Expertos internacionales en estrategias comunicacionales en el campo de la seguridad pública invariablemente señalan que las malas noticias tienen que darse rápido y de forma transparente. Al no hacerlo, se corre el riesgo de perder el control de la situación. Es preferible ser sincero, directo y realista, que tratar de ocultar o maquillar realidades innegables y perder el control y la confianza ciudadana.

La consigna que siguen los jefes en “el búnker,” según el reportaje antes mencionado, es totalmente opuesta. La esencia de su trabajo es crear la percepción que todo está bien, cuando todo indica que no es así. Encubrir y negar la realidad han sido parte del guion preparado para y seguido por los funcionarios del gabinete de seguridad. Negar, maquillar o minimizar situaciones tan críticas y evidentes como el desplazamiento forzado, la negociación detrás de “la tregua”, las malas condiciones de trabajo de los policías y el riesgo permanente en el que viven los agentes policiales y sus familias, ha sido poco inteligente y no ha permitido trabajar para que de verdad se solucionen los problemas.

Estos son los efectos directos que los malos políticos tienen sobre la seguridad pública. Hace poco alguien me dijo que en política todo es percepción. Lastimosamente, basándose en esta premisa, los malos políticos prefieren trabajar para que solo cambie la percepción de inseguridad, sin realmente atacarla. Bajo esta lógica se formularon Mano Dura, “la tregua” y muchos otros desaciertos, en su momento valorados por su efecto mediático y desestimando sus consecuencias. Ojalá que “el búnker” no tenga la suerte de desvanecerse de la palestra pública.

*Criminólogo

@_carlos_ponce