Nombre del paciente: PNC

Una institución enferma no es capaz de garantizar el bienestar de una país entero cuando si ni siquiera puede mantenerse en pie por sí misma.

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Por Mirna Navarrete

08 January 2018

La Policía Nacional Civil está enferma. Y pocos le están buscando una cura a la plaga que la azota. Ya no se trata solo de un cuerpo policial mal pagado, débil y carente de recursos; ahora también hablamos de una institución que se suicida, se emborracha en sus instalaciones, desaparece a su gente y encubre a sus delincuentes. Con estos antecedentes es difícil confiar en que la PNC cuida a la ciudadanía.

Desde siempre hemos sido testigos de la carencia en infraestructura y salarios de la PNC. Las delegaciones policiales no cumplen las condiciones mínimas ni para empleados ni para detenidos; existen condiciones de hacinamiento e insalubridad en las bartolinas policiales. Eso atenta contra los derechos a la salud y dignidad humana de los que van ahí. Además, los policías en El Salvador no reciben un salario que compense el riesgo al que se someten día a día.

Aparte de estos hechos preocupantes, la última semana de diciembre de 2017 nos dejó a la vista una realidad que da escalofríos. Una fiesta en la sede de la unidad élite de la PNC, el Grupo de Reacción Policial, terminó en una balacera, con una agente desaparecida y cuyo principal sospechoso pertenece a dicha unidad; la Fiscalía ha denunciado el entorpecimiento de la investigación por parte de la misma policía.

El último día del año pasado, una agente policial destacada en Ilopango se suicidó al interior de su casa. Este no se trata de un hecho aislado, sino que se suma a la lista de agentes que deciden quitarse la vida, probablemente víctimas del estrés post traumático. Y por si fuera poco, ese mismo día se reportó que otra agente de la PNC se habría suicidado, pero los indicios ahora revelan que otro agente policial la mató.

Todo lo anterior se suma a los señalamiento de abusos físicos, violaciones, agresiones y ejecuciones extrajudiciales que pesan sobre la corporación policial desde hace varios años, los cuales no han sido investigados a profundidad. Preguntas: ¿Esta es la PNC encargada de cuidar a los salvadoreños? ¿Esa que no se puede cuidar ni limpiar a sí misma?

La PNC necesita cirugía mayor si algún día queremos ver una mejora en la seguridad pública. Una institución enferma no es capaz de garantizar el bienestar de una país entero cuando si ni siquiera puede mantenerse en pie por sí misma. La ciudadanía debería sentir confianza de los encargados de cuidarnos, pero con estos hechos es difícil no sentir miedo.

La Policía Nacional Civil nació con la esperanza de superar la guerra civil, desmilitarizar la sociedad y ser garante de la seguridad pública de la ciudadanía. En el plano institucional los fantasmas de la corrupción y las arbitrariedades que la acechan han superado su capacidad de fortalecimiento y mejora continua; esto, además del abandono que ha sufrido por parte de los Órganos del Estado.

En el plano humano, en la salud mental de sus agentes, la PNC está resquebrajada. La delincuencia cada día toma formas más crudas y difíciles en El Salvador, donde cualquier ser humano se vería afectado de enfrentarse directamente y a diario con ella. Esta institución no tiene futuro si no le ponemos atención al fortalecimiento humano, al bienestar personal y a la salud mental de los oficiales.

Espero que las instituciones pertenecientes al sector justicia, la Asamblea Legislativa, el Ejecutivo y la ciudadanía pongamos los ojos en la forma en que se está manejando la PNC. Las jefaturas de la misma deben entender que los problemas no se resuelven de la nada, con encubrimientos o simples rotaciones de personal; urge una depuración y reestructuración de la Policía. Urge que la Inspectoría de la PNC no sea un espectador más de lo que está pasando al interior. Y además los agentes policiales necesitan ser tratados como los seres humanos que son. Nos estamos jugando uno de los cimientos de los Acuerdos de Paz.

*Columnista de El Diario de Hoy.