¿Salvadoreños go home?

Pedirle al FMLN que deje de odiar a Estados Unidos es como pedirle peras al olmo. Es una parte esencial de su grotescamente irreal visión del mundo.

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Por Mirna Navarrete

05 January 2018

El FMLN ha negado su responsabilidad por el uso de slogans contra Estados Unidos en eventos políticos, luego de que el político que todos parecen identificar como el candidato del partido en las elecciones presidenciales de 2019 diera un discurso con un telón de fondo en el que se lee un slogan que ya nadie usa desde el siglo pasado—“Yankees go home”. La excusa para negar la responsabilidad es que el telón lo habían puesto los que organizaban el acto, que no eran del FMLN. Es una excusa muy pobre porque cualquier político con más de un día de experiencia se negaría a dar un discurso delante de un slogan que él no apoya. La excusa es más pobre aún porque este no es el primer acto del FMLN en el que se insulta a Estados Unidos, y tampoco es el peor, habiendo habido otros en los que se ha quemado la bandera de este país, como sucedió cuando el FMLN celebró el ataque del 11 de septiembre de 2001 a las torres gemelas de Nueva York y al Pentágono en Washington, D.C.

Pero, en todo caso, el FMLN debería de dejar de insultar a Estados Unidos por muchas razones, incluyendo en primera instancia que ellos no representan al pueblo salvadoreño en estos ataques, como lo demuestran todas las encuestas que se han hecho sobre el tema, que colocan a Estados Unidos como el aliado más cercano para los salvadoreños, igual que los dos millones de salvadoreños que viven en ese país y todos los que se benefician de su presencia allá.

Pero más allá de su falta de representatividad en esos insultos está el hecho que con ellos el FMLN pone en peligro la permanencia de muchos de los salvadoreños que viven en ese país y el bienestar de los que tienen su permanencia asegurada.

El FMLN niega que sus insultos a Estados Unidos tengan algo que ver con la posibilidad de que muchos de estos compatriotas tengan que regresar al país, poniendo en graves problemas no solo a los beneficiarios directos de las remesas sino a toda la economía del país. Ciertamente que la posibilidad de que los salvadoreños pierdan el TPS no se ha originado con los insultos sino por razones legales. El TPS siempre fue un programa temporal, orientado a darle un alivio a las personas que se refugiaron en Estados Unidos por razones ajenas a su voluntad—en el caso de los salvadoreños, principalmente por el huracán Mitch de hace cerca de 20 años.

Pero a nadie se le puede escapar que la interpretación amigable que el gobierno de Estados Unidos ha dado a la ley, permitiendo que cientos de miles de salvadoreños puedan vivir, estudiar y trabajar allá basados en un huracán que tuvo lugar hace veinte años es el resultado de buena voluntad, y que no hay manera más fácil de destruir esa buena voluntad que insultando a Estados Unidos, culpándolo de todos los problemas del mundo y, especialmente diciendo “Yankees go home”.

Si los ciudadanos de Estados Unidos estuvieran conscientes de lo que el FMLN dice de ellos, podrían demandar una política de correspondencia, contraponiendo al “Yankees go home” del FMLN un slogan de ellos que sería idéntico, “Salvadoreños go home”. Si ambos países siguieran políticas determinadas por estos slogans, el pueblo salvadoreño sufriría enormemente. Es precisamente esto lo que el pueblo salvadoreño quiere evitar. Y es esto lo que el gobierno del mismo FMLN hipócritamente dice querer evitar, atribuyéndose gestiones para que el TPS no se termine para los salvadoreños y para que otros ilegales no sean repatriados mientras que continúa insultando a los Estados Unidos.

Pedirle al FMLN que deje de odiar a Estados Unidos es como pedirle peras al olmo. Es una parte esencial de su grotescamente irreal visión del mundo. Pero ese odio debe ser una razón más para que el pueblo le quite la representatividad que ahora tiene en el gobierno y lo consigne a la historia de los factores y actores que llevaron al país a la tragedia de la guerra.

 

*Máster en Economía

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.