Su decisión

El futuro es una serie de páginas en blanco y será determinado por lo que escribamos en ellas. Ser optimistas es bueno, pero no es suficiente, hay que agregarle buen juicio, valor, y trabajo.

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Por Mirna Navarrete

29 December 2017

Estamos por finalizar el año y, como sucede siempre en esta época, nos preguntamos cómo será el que viene, qué nos tiene preparado. Deseamos obviamente cosas buenas, en nuestro trabajo, para nuestras familias, para nuestro país. Pero albergamos dudas, incertidumbre. Llevamos el lastre de lo pasado y esperamos que las cosas que no están resueltas tengan solución. Vemos el futuro con expectativas y aguardamos confiados.

El destino, sin embargo, no está predeterminado; no es algo que nos llega de forma ineludible y que debemos aceptar de forma pasiva. Nuestro destino lo hacemos nosotros mismos, cada día, en base a las decisiones que tomamos y en base al empeño que ponemos en lograr lo que nos proponemos. El futuro es una serie de páginas en blanco y será determinado por lo que escribamos en ellas. Ser optimistas es bueno pero no es suficiente, hay que agregarle buen juicio, valor, y trabajo.

Está claro que no tenemos completo control sobre muchas cosas, pero hay otra gran cantidad de las que sí tenemos, que se pueden convertir en oportunidades. En la vida se dan incluso cosas malas de las que podemos sacar provecho. El que saquemos algo útil aún de eventos negativos depende de la actitud y de la percepción que tenemos sobre lo que nos pasa. John Milton dijo que la mente tiene el poder de hacer un cielo del infierno o un infierno del cielo. Qué gran verdad se encierra en estas pocas palabras.

¿Podemos prosperar como país? Por supuesto que sí, pero dependerá de las decisiones que tomemos como sociedad. Lo primero es dejar de tenernos lástima, de pensar que hemos tenido mala suerte y de echarle la culpa a otros.

Esto no hace más que retrasar el momento de comenzar a trabajar. Todas las naciones han pasado por calamidades, por graves dificultades. La cuestión no es si habrá caídas, sino de levantarse y seguir. Japón se asienta sobre un casquete de piedra, sin recursos naturales; Israel está en un desierto y Alemania quedó en escombros después de la Segunda Guerra Mundial. Los ejemplos están ahí y son evidentes. Hay que observar los países que han prosperado, anotar qué hicieron, y simplemente seguir el ejemplo.

El progreso no se consigue más que con el trabajo, con el aprovechamiento de oportunidades y con libertad. A veces no se entiende porqué esto es tan difícil de comprender para algunos. Puede que la suerte tenga en algunas ocasiones algo que ver, pero como pensaba Picasso con respecto a la inspiración, ésta existe pero tiene que encontrarnos trabajando. En este mismo sentido otro dijo que la suerte ayuda a los que están preparados.

La prosperidad no es, pues, producto de la casualidad o de la fortuna, es el resultado de buenas decisiones. No se produce con leyes sino con sudor, no con ilusiones sino con realidades, no con resentimientos sino con unidad de propósitos.

Y lo que vale para una nación vale también para cada uno como persona. Seamos optimistas pero también esforcémonos, agradezcamos lo que tenemos y valorémoslo pero sigamos trabajando, roguemos a Dios pero no dejemos de dar con el mazo. El año que viene está en blanco, aún no tiene ninguna letra escrita ¿Quiere saber qué le traerá? No hay que recurrir a ningún adivino, no hay que tener una bola de cristal, usted lo va a decidir.

*Médico psiquiatra

y columnista de El Diario de Hoy.