Tempus fugit

La felicidad no brota espontáneamente, hay que trabajar por ella; entre otras razones, porque cada uno es feliz de maneras distintas.

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Por Mirna Navarrete

29 December 2017

Se nos fue 2017. ¡Cuántas cosas hicimos, cuántas nos quedaron por hacer! (Escribí la frase y tuve que levantarme. Ahora que regreso y la leo de nuevo creo que debo advertirlo para evitar malas interpretaciones: ni trabajo para nuestro oneroso gobierno “cuántas cosas hicimos” ni trabajo para la sempiterna inútil oposición “cuántas nos quedaron por hacer”. (Creo que esta vez dejaré completamente de lado la ironía y el sarcasmo, bueno, para lo que queda.)

Cada fin de año, desde hace tantos años, nos oímos decir que “…el otro año haré esto”, “el año que viene haré esto otro…”. Así hemos venido diciéndonos ¿desde hace cuánto? Y…. ¿cuánto de eso ha hecho estos años pasados? Ya no se engañe más. Yo le sugiero que mejor se proponga sólo dos cosas. ¿Dos cosas solo? ¿No es muy poco para todo un año? Sí, si cae en la trampa de creer que entre más se proponga más hará; no, si lo que se propone es básico y fundamental. Las que yo le sugiero son realmente importantes, vea usted si no: 1) Trate de no hacer daño a nadie y 2) Hágase feliz. Son dos cosas que nadie más puede hacer por usted y que si usted lo hace para usted, todos se lo agradeceremos. ¿Se imagina lo que sería si todos cumpliéramos esas dos cosas?

Fíjese. He puesto “tratar de no hacer daño a nadie” y no “no hacer daño a nadie” porque, a veces, sin quererlo, dañamos a otros con nuestras acciones. Es el mundo real en el que vivimos, no en uno ideal. Así, con que tratemos consciente y vehementemente de no hacerlo, creo que será suficiente. Lo segundo, aunque no lo parezca, es más fácil. “Strive to be happy” leemos en el Desiderata. Willy Maldonado, Don Willy, lo repite cada vez que puede en la versión “esfuérzate por ser feliz”. Es correcto. La felicidad no brota espontáneamente, hay que trabajar por ella; entre otras razones, porque cada uno es feliz de maneras distintas. Las cosas que hacemos, como trabajar en lo que nos gusta, o las que conscientemente dejamos de hacer (aquellas que nos hacen mal) nos deben hacer felices. Reconozco que quienes trabajamos ayudando a otras personas (las profesiones de ayuda como los maestros, médicos, enfermeras, psicólogos, sacerdotes) llevamos alguna ventaja en ello. Pero todos podemos convertir nuestro trabajo en bienestar para los demás. Ahora hay evidencia científica que demuestra que hacer bien a los demás nos produce felicidad.

Jim Croce, el efímero genio, nos dejó para siempre su deseo, el deseo de todos en verdad, hecho canción. “If I could make days last forever/ If words could make wishes come true...” Pero eso no pasa de ser un deseo, uno bueno, pero deseo al final de cuentas. Los profesionales que están de moda furibunda, “los coaches” enseñan a sus “coachees” que todo deseo se puede convertir en realidad si lo escribimos como objetivo o meta: hacerlo específico, medible, alcanzable, relevante y con un límite temporal. (La mnemotecnia SMART). El límite temporal para todos es la inescapable muerte. “Memento mori”, nos advertían los latinos. Por eso es que los mayores insistimos tanto a nuestros jóvenes a que no desperdicien el tiempo, que luego, como los ángeles, lo lamentarán. Recuerdo a Jim Croce en la misma canción: “But it never seems to be enough time, to do the things you want to do once you find them”.… Nunca habrá tiempo suficiente, no espere hasta el otro año, empiece hoy a hacer lo que realmente le gusta.

Termino con una tercera sugerencia, prestada del romano Horacio: “Carpe diem” o “Sieze the day » o « chupar los huesos hasta la médula”, como aconsejaba Robin Williams a sus alumnos en la película “La sociedad de los poetas muertos”. Dígalo como quiera, pero hágalo. No espere “hasta” el 2018: sea feliz hoy, mañana, siempre. Un abrazo afectuoso, un sincero deseo. ¡FELIZ 2018!

*Sicólogo

y colaborador de El Diario de Hoy.