¿Un pueblo o una ciudad?

Triste comprobar que las bellas representaciones del Nacimiento, donde José y María contemplan arrobados al Niño Jesús, rodeados de reyes y pastores, han sido sustituidas en nuestras plazas por grotescas decoraciones que poco tienen de navideñas.

descripción de la imagen

Por Elizabeth Castro

24 December 2017

Los capitalinos podemos sentimos orgullosos de nuestra ciudad. Centros comerciales modernos con tiendas del Primer Mundo, urbanizaciones y zonas residenciales lindas y acogedoras, hermosas plazas y atrevidos pasos a desnivel, que aunque no resuelven el problema del tráfico, sí apantallan. San Salvador es una ciudad de más de un millón de habitantes, que puede presumir de ser una bella capital, aunque su centro histórico esté convertido en un asqueroso mercado con sus principales calles y plazas destruidas por un alcalde que no atina.

Pero como contraste, todavía autoridades y ciudadanos permitimos que se mantengan costumbres obsoletas que causan tremendos embotellamientos de tráfico, poniendo a prueba la paciencia y el aguante ciudadano, con pérdida de tiempo y desperdicio de combustible al cerrar vías importantes. La devoción a la Virgen de Guadalupe hace que cientos de salvadoreños visiten su majestuosa Basílica en La Ceiba. Pero esto no justifica el cierre de la vía que permite el acceso a importantes colonias, únicamente para instalar juegos mecánicos antiquísimos, más las champas con cocinas que llenan las aceras y obligan a los fieles a caminar en la calle rodeados de buses.

En Sonsonate es normal que en fines de semana cierren la única calle de acceso, para celebrar fiestas, realizar reparaciones o remodelaciones, que impiden atravesar la ciudad para incorporarse a la Ruta de las Flores. Sin aviso previo, ni señalización ni agentes de tránsito para indicar la posible ruta de salida, de una ciudad que no tiene muchas calles que la atraviesen. ¿Y así pretendemos generar turismo, para una de las zonas más atractivas de la República?

Comenzó la campaña Cero Pólvora, aunque ya hay casos de quemados por los cohetes. Pero una vez más, las ventas de pirotécnicos no están en lugares autorizados por el Cuerpo de Bomberos, sino donde lo exigen los vendedores. En Santa Ana las ventas de pólvoras se instalan frente a las ruinas de uno de los edificios más bellos de la ciudad, la Escuela de Artes y Oficios, siempre a la espera de que pueda ser reconstruida. En 2016, el alcalde prometió que sería el último año en que permitiría que se ubicaran allí las ventas. Gran farsa, porque este año, ante la presión de los vendedores y la próxima campaña política, se olvidó de su compromiso. ¡Qué responsabilidad más grande si por desgracia se incendiara esa joya arquitectónica!

El aumento del tráfico en época navideña no parece importar a las autoridades, porque el sábado anterior al mediodía se cerró la calle frente a la Feria Internacional, porque los organizadores de una fiesta popular FMLN colocaron la tarima en medio de la calle, para diversión del pueblo, como parte de la anarquía propiciada por los políticos.

Hoy es Nochebuena, la fecha milagrosa en que el mundo cristiano conmemora que el Hijo de Dios vino a la Tierra, revestido de humanidad, para vivir como uno de nosotros y redimirnos para abrirnos las puertas del cielo. Triste comprobar que las bellas representaciones del Nacimiento, donde José y María contemplan arrobados al Niño Jesús, rodeados de reyes y pastores, han sido sustituidas en nuestras plazas por grotescas decoraciones que poco tienen de navideñas, pero que anuncian el producto de la empresa que las distribuye. ¿Una gigantesca botella de cerveza, con enorme lazo al cuello pretende dar el mensaje de paz a los hombres de buena voluntad? ¡Qué legado más lamentable para las nuevas generaciones! Si queremos cambiarlo HAY QUE SACAR AL FRENTE DEL GOBIERNO. Que el Niño de Belén bendiga a nuestra tierra. Feliz Navidad.

*Columnista de El Diario de Hoy.