Puedo estar equivocado

La polarización no es un fenómeno nuevo en el país, pero llama la atención sobremanera cómo gente de una nueva generación no vacila en llamar a otros viejas consignas guerrafriístas.

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Por Mirna Navarrete

20 December 2017

No es sorpresa para nadie que yo me considero liberal. Me inclino a pensar que soy liberal progresista y que más allá de defender las bondades del libre mercado --en las que creo, con algunos matices que escapan el objetivo de esta columna-- trato de extender mi entendimiento a temas sociales y a áreas inherentes a la soberanía de las personas sobre su cuerpo y sus decisiones.

Lo que nunca he creído es que soy un policía de la pureza ideológica. De hecho, recuerdo las palabras de mi buen amigo Lucas Ghersi, un joven académico peruano, quien resalta que ante todo el liberalismo es un ejercicio de humildad intelectual.

Primero, porque un liberal debe reconocerse ignorante en lo que respecta a los deseos y aspiraciones de otras personas. Por ende, debe evitar interferir en sus decisiones mientras estas no afecten a otros. Y, segundo, porque el liberalismo siempre fue un producto intelectual alejado de los dogmas. En cambio, es un ejercicio de exploración constante, de diálogo interno.

Las palabras de Ghersi se combinaron con una de las canciones que más disfruto, ‘I Might Be Wrong’ (Podría estar equivocado) de Radiohead. Desde que me encontré con ella, allá por mi adolescencia, he coqueteado con la idea de que podría estar equivocado en lo que creo. Me parece que, de momento, no lo estoy, pero dejo la puerta abierta a aceptar errores.

De tal manera que de cuando en cuando reconozco que he cometido groseras simplificaciones y he tratado como dogma algunos temas que requerían discusión, contexto y análisis. Me retracto de algunas cosas que sostuve, pues esto es natural, pero muchas otras las he reforzado y he descubierto nuevas áreas de interés.

Además, me siento feliz de entablar conversaciones al respecto con quien de buena fe lo ofrezca y me alegra saber que muchos de mis entrañables amigos coinciden en muy pocas áreas conmigo, pero eso no detiene la cordialidad y, de vez en cuando, un brindis fraterno.

Por ello es que recientemente me he visto sorprendido por el ánimo cada vez más crispado de las discusiones sobre algunos temas en El Salvador. La polarización no es un fenómeno nuevo en el país, pero llama la atención sobremanera cómo gente de una nueva generación no vacila en llamar a otros viejas consignas guerrafriístas: como el exaspirante a la candidatura presidencial tricolor, que a pesar de estar en sus treintas, anda vergonzosamente diciendo “piricuacos comunistas” o quienes en mítines afines al FMLN celebran mantas que dicen ‘Yankees go home’.

Otros, más creativos, están haciendo uso de nuevas etiquetas que sí son divertidas, pero reflejan un poco de sentimiento tribal y, al menos en mi entendimiento limitado, un poco de deshonestidad académica. Por ahí se repiten consignas como “neomarxistas”, “liber progres” o mi favorito, el “social confuso”, con potencial de eslogan pero poco arraigo intelectual.

Eso de las cruzadas ideológicas e intelectuales siempre me pareció peligroso. Primero, porque es un ejercicio de soberbia. Segundo, porque cada humano es débil ante el poder y no quisiera pensar qué pasaría si alguna de esas personas que a su manera pregona libertad tuviera acceso a tomar decisiones públicas - ¿cómo trataría el disenso? Tercero, porque los fanatismos son caminos al odio y al “lado oscuro”, ahora que está de moda.

Tanta crispación en el ambiente me recordó a una de las viejas escrituras del nefasto Mao Tse-Tung, bajo cuyo legado hay sangre de millones de personas.

En su texto “Combatir el liberalismo”, busca desenmascarar a quienes pretenden ser marxistas, pero tienen “actitudes de liberales”. Y las enumera, llamando a sus copartidarios “leales, honestos, activos y correctos” a oponerse a estas tendencias.

A veces pareciese que es del interés de muchos contemporáneos hacer un frente ideológico capaz de derrotar, a la inversa de Mao, a quienes se dicen liberales pero tienen “actitudes de marxistas”. Y en otros bandos, se busca simplemente silenciar a quienes piensen diferente. Así no solo no se reconstruyen puentes de entendimiento derribados tras tantos años de violencia política en el país. Además, nos aislamos y a falta de diálogo significativo en la sociedad civil, no encontramos acuerdos en áreas prioritarias.

Tanta tensión me tiene muy preocupado. Eso sí, puedo estar equivocado.

*Columnista de El Diario de Hoy.

@docAvelar