Dudas razonables

Los salvadoreños exigimos un evento electoral transparente. Queremos tener certeza de que nuestro voto tendrá valor. Pero el horizonte está nublado y se tienen muy serias dudas de que saldremos confiados de haber sido tomados en cuenta.

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Por Elizabeth Castro

15 December 2017

Faltan tres días para la boda y la novia no ha elegido su vestido, los pajes no han ensayado y aún no se sabe dónde se celebrará la fiesta. Solo los muy optimistas creen que todo resultará bien, que algo arreglará la situación y que la Providencia echará la mano. Los más sensatos saben que, con esta batalla contra el tiempo y ante un evento que requiere una minuciosa preparación por sus múltiples detalles, muchas cosas pueden salir mal.

Un panorama parecido vemos los ciudadanos en las próximas elecciones de alcaldes y diputados. Diciembre, con sus fiestas y vacaciones, pasará como un soplo, y prácticamente solo quedan dos meses para el evento electoral. Casi nada, si tomamos en cuenta la forma compleja cómo los salvadoreños elegimos a quienes nos representan en la Asamblea Legislativa y en los municipios.

El voto fraccionado para la elección de diputados y los consejos municipales plurales pueden ser positivos para la democracia, pero tienen requerimientos tecnológicos que se duda si estarán a punto para el 4 de marzo. Ahí está el primer problema. A estas alturas aún no se ha escogido la empresa que manejará la información sobre los resultados. No hay mucho de dónde escoger pues solo una licitó, por cierto una que no goza de mucha confianza a nivel internacional y que ha cometido errores importantes en el pasado. Resulta extraño que no hayan licitado otras pues cabe pensar que debe haber muchas en el mundo con tecnología de punta y sólido prestigio.

En el conteo se producen puntos ciegos a la ciudadanía pues con votos fraccionados no se puede saber de forma continua lo que va sucediendo y hay que aguardar a que las computadoras realicen los cálculos.

Otro elemento es que, al día de hoy, no se sabe quiénes integrarán, o integraremos, las mesas de votación. Sin previa experiencia en esta materia, su adiestramiento comenzará de cero. ¿Habrá suficiente tiempo para que la curva de aprendizaje se produzca de manera ideal? Aparte de no pertenecer orgánicamente a ningún partido político, no se tiene claro, al menos yo no tengo claro, si se tomó en cuenta la formación académica de los integrantes de las mesas. Porque, con el debido respeto y sin menospreciar a nadie, no es lo mismo si la integra un ingeniero o una persona con solo estudios de primaria. Al menos los que estén a la cabeza de las mesas deben tener cierta capacidad organizativa y de liderazgo.

En los pasados eventos electorales se observó muchas irregularidades, sistemas informáticos que se caían, retrasos en la presentación de resultados, extranjeros votando, vigilantes con papeletas de votación en los bolsillos, grupos amenazando a los votantes en los alrededores de los centros, solo para mencionar algunas. La pregunta obligada es si ya se tomaron las medidas para corregir esto, para evitar que se repita. Este tipo de anomalías frustra a las personas, y de la frustración a la violencia solo hay un paso. Recordemos lo que pasó en Honduras.

Los salvadoreños exigimos un evento electoral transparente. Queremos tener certeza de que nuestro voto tendrá valor. Pero el horizonte está nublado y se tienen muy serias dudas de que saldremos confiados de haber sido tomados en cuenta. Esperamos que los encargados de la planificación de las elecciones actúen con honestidad y tengan la sabiduría necesaria para responder a lo que El Salvador les demanda.

*Médico psiquiatra.

Columnista de El Diario de Hoy.