Educación y tecnología... ¿Hemos dado con la solución?

Si el objetivo es combatir la falta de educación en países como el nuestro, pues creo que las cosas no son tan sencillas como darle una computadora a cada niña.

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Por Elizabeth Castro

15 December 2017

La cresta de la ola de la tecnología aplicada a la educación parece haber pasado su momento de euforia. Estamos llegando a la más razonable actitud de evaluar qué objetivos se pueden cumplir mejor con cuáles tecnologías. Si el objetivo solo es llegar a audiencias más amplias, la respuesta apuntará por buscar cuáles son las tecnologías que más emplean y usan las audiencias a las que se quiere llegar. Si el objetivo es combatir la falta de educación en países como el nuestro, pues creo que las cosas no son tan sencillas como darle una computadora a cada niña.

Las computadoras no podrán alimentar y estimular el aprendizaje si no logran, en primer término, conectarse efectivamente a internet lo que, hasta donde entiendo, no está resuelto todavía en nuestro país. Ese es un primer escollo por salvar. Además, los programas educativos y las conferencias no podrán ser aprovechados por las audiencias que se quieren impactar si no se cumplen otras condiciones básicas. Primero, deben conocer los lugares y programas en los que buscarlos. Esto no resulta sencillo a quien no está acostumbrado al uso de internet, ámbito en el que el dicho de “buscar una aguja en un pajar” se acomoda muy bien. Además, no se nos olvide que internet no está exento de peligros para los niños y adolescentes que navegan en ella, como tantos casos de engaños por pederastas “de oficio”, se han conocido.

Si bien es cierto que, cada vez más, los programas y conferencias nos son presentados en español, el inglés sigue siendo el lenguaje más usual. Si quienes “navegan” no entienden el lenguaje ni pueden manejar eficientemente los aparatos mediante los cuales tales programas y conferencias son entregados, la efectividad del aprendizaje se verá disminuida. Ningún aprendizaje será posible si los estudiantes no cuentan con el espacio apropiado y tiempo suficiente para conectarse con el programa, para entender el tema desarrollado, para realizar las actividades allí propuestas y para darle seguimiento a lo aprendido. He evaluado estudiantes universitarios que han tomado el mismo curso presencial y virtualmente: la diferencias entre los aprendizajes de unos y otros sigue siendo grande a favor de los primeros.

Imagine un experimento: 100 adolescentes de primero de bachillerato son proveídos con computadoras portátiles, internet y un cuestionario sobre ciencias naturales para responder. Pueden resolverlo donde y cuando quieran. Otros cien (supongámoslos igualados en factores claves) son llevados a una biblioteca con el mismo cuestionario. El cuestionario deberá responderse a mano y serán examinados oralmente sobre el mismo, con las preguntas abiertas que se les han ofrecido en ese cuestionario. ¿Qué resultados cree que obtendremos? ¿Quiénes harán un uso más eficiente de su tiempo? ¿Quiénes habrán aprendido más sobre el tema? ¿Quiénes se habrán familiarizado con otros temas conexos con los del cuestionario? ¿Quiénes podrán hacer referencia a temas de la realidad que sean relacionados con los del cuestionario?

Como todos podemos anticipar, aunque todos tuviéramos computadoras, estamos aún muy lejos de dar con la solución al tema educativo en nuestros países. Las escuelas, los docentes y los directores escolares seguirán siendo piedra angular del sistema.

*Psicólogo

y colaborador de El Diario de Hoy.