Imponiendo aberraciones

Es un atrevimiento que un extranjero venga a dar instrucciones al Presidente de la República sobre la necesidad de expertos internacionales, que sabrán mucho del aborto pero no comprenden los valores de un pueblo.

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Por Elizabeth Castro

25 November 2017

Ayer se celebró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aunque es absurdo festejar la eliminación de un delito al que ya nos acostumbramos. Resultan además indignantes las exigencias y demostraciones de solidaridad de instituciones gubernamentales, ONG y asociaciones feministas en contra del mal trato que sufren las mujeres, los adolescentes y los niños, pero que claman a gritos que se despenalice el aborto.

¿Por qué tiene menos derecho a ser protegido por las leyes y la sociedad una criatura en el vientre de su madre que un niño o un adolescente? ¿Se justifica porque pone en peligro la vida de la madre, o nacerá con malformaciones o es producto de una violación?

Afirmar que el aborto es un derecho humano es una manipulación producto de ignorancia o maldad, porque el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida, que es inalienable. Todos los demás son Derechos del Ciudadano, otorgados por el Estado para facilitar la convivencia, como el derecho a la salud, a la educación, a vivienda y trabajo digno, a la propiedad privada, a la libre expresión, etc.

La visita de la Sra. Margarette Macaulay, relatora para El Salvador y de los Derechos de las Mujeres, quien exigió a nuestras autoridades cambiar nuestra Carta Magna para despenalizar el aborto, es una intolerante injerencia que además de irrespetar nuestra soberanía, atenta contra la vida de los salvadoreños no nacidos.

Más aún, en el informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, sobre violaciones de los mismos que se cometen en nuestro país, exige suspender la prohibición absoluta contra el aborto y además recomienda crear un Comité Ejecutivo Experto, compuesto por miembros nacionales e internacionales, para revisar los casos de las mujeres detenidas por delitos relacionados con el aborto.

Es un atrevimiento que un extranjero venga a dar instrucciones al Presidente de la República sobre la necesidad de expertos internacionales, que sabrán mucho del aborto pero no comprenden los valores de un pueblo que por tradición respeta la vida y la dignidad de la mujer.

A pesar de haber visitado cárceles y otras instituciones, al funcionario le faltó acercarse al Instituto de Medicina Legal, para documentarse sobre las 17 mujeres condenadas, una burda mentira que el equipo de abortistas de los organismos internacionales se dedicó a propagar por todo el mundo.

Estamos luchando contra corriente, porque el aborto es parte de la teoría de género, cuyo objetivo es la destrucción de la familia, corrompiendo a los más vulnerables. Desde países del llamado Primer Mundo se están exportando aberraciones como que los niños pueden acceder a cirugía de cambio de sexo, sin autorización de sus padres, a través del seguro social. Que en las aulas de parvularia, en días alternos de la semana, todos los alumnos vayan vestidos de niña y otros días como niños, independientemente de su sexo. O que la frase “Las niñas tienen vulva y los niños tienen pene” sea considerada como una incitación a la violencia, olvidando que existe la anatomía.

Se mantiene el gran negocio de venta de órganos de fetos abortados y se autoriza, o se impone, la eutanasia, porque los viejos estorban y es un derecho morir sin dolor. ¿Qué pasó con el concepto cristiano de que el dolor es una purificación y el privilegio de atender con cariño a un enfermo terminal?

No podemos cerrar los ojos que el FMLN busca hacer de El Salvador un Estado totalitario en el que se establezca la aberración del género y sus diabólicas secuelas. UN MOTIVO MÁS PARA SACAR AL FRENTE DEL GOBIERNO.

*Columnista de El Diario de Hoy.