“La Quinta” y la fotografía país

Lo sucedido en “La Quinta” habría sido una experiencia horrible pasara donde pasara, ya fuera en el más sencillo caserío de un área rural, o en pleno corazón de la ciudad capital, porque denota un estrato más alto en la capacidad operativa del hampa y la nula respuesta de los cuerpos de seguridad del país.

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Por Mirna Navarrete

21 November 2017

A tres meses y medio para las elecciones legislativas y municipales del 4 de marzo, ¿qué duda cabe de que vamos de mal en peor? Lo sucedido el pasado viernes por la noche en “La Quinta”, en el corazón de la colonia Escalón, es en verdad un hecho muy grave. En una de las otrora zonas residenciales por excelencia, siete delincuentes, armados hasta los dientes, entraron al establecimiento después de la medianoche, mantuvieron atrapados a más de 100 personas durante 20 minutos y les robaron lo de valor material que llevaban consigo, y “aquí no ha pasado nada”, como solía decir un locutor deportivo.

Tras la denuncia hecha pública a través de las redes sociales desde la madrugada de sábado y a lo largo del fin de semana, la empresa emitió un comunicado; los periódicos publicaron lo sucedido y al menos hasta 48 horas después, silencio de “los encargados de la seguridad pública”. Debo decir que no conozco La Quinta, no sé quiénes son sus dueños ni la inversión realizada para echar a andar dicho negocio, pero por las fotos publicadas y por la cantidad de personas que había se puede deducir que es una tradicional casa de esa zona, remodelada para fin comercial.

Cuando la Asociación Nacional de la Empresa Privada tomó hace unos años la iniciativa de pedirle un diagnóstico y los ejes de un plan de seguridad a la firma consultora del ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, éste contó en el marco de una entrevista en sus oficinas que los asaltos a los bancos en su país concluyeron cuando se puso cámaras a la entrada de cada sucursal bancaria. Lástima que no mostró interés el gobierno hacia la posibilidad de recibir apoyo de expertos que, entre otras cosas, proponían incrementar exponencialmente el uso de la tecnología y de pruebas científicas en la lucha contra el crimen.

Lo sucedido en “La Quinta” habría sido una experiencia horrible pasara donde pasara, ya fuera en el más sencillo caserío de un área rural, o en pleno corazón de la ciudad capital, porque denota un estrato más alto en la capacidad operativa del hampa y la nula respuesta de los cuerpos de seguridad del país. Sin seguridad tanto física como jurídica no habrá recuperación económica, algo que tanto requiere nuestra población para la generación de fuentes de trabajo. Una lucha más eficiente en el combate al crimen, así como empleo, generación de fuentes de trabajo, es lo que demanda nuestra población.

Un año y medio le queda al gobierno para completar su periodo, con lo cual llegará el FMLN a una década al frente del Ejecutivo. Los estudios de opinión pública son claros y precisos: la gente quiere un cambio, pero no quiere cambiar por cambiar. Todos recordamos el cambio que nos vendió el publicista brasileño con Funes y cómo nos fue con “el cambio”. La gente —o como diría el oficialismo, “el pueblo”— está clara esta vez del cambio que quiere, pidiendo lo básico que puede pedir: tranquilidad en las calles y oportunidades de empleo para salir adelante, porque el salvadoreño promedio vaya que la está pasando mal.

Quien absorba hasta la médula las necesidades de la gente y plantee cómo resolverá los principales problemas de los salvadoreños en caso de llegar a ser electo, y la gente le perciba que es genuino, sintonizará con el electorado porque además los salvadoreños necesitamos recuperar la esperanza en que sí podemos llegar a tener un futuro mejor de tranquilidad y generación de empleos.

 

*Columnista de El Diario de Hoy.