No se dejen sorprender

Este es un buen momento para recordar que los políticos salvadoreños, incluso bajo el ojo fiscalizador de la Organización de Estados Americanos (OEA), instrumentalizaron a las pandillas con fines electorales mientras aparentaban otra cosa.

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Por Mirna Navarrete

21 November 2017

El proceso judicial en contra de las personas capturadas durante la operación “Jaque” sigue avanzando. Este caso es particularmente importante por su enfoque para investigar a las pandillas, poco frecuente en El Salvador, orientado a desvertebrar las finanzas de la MS-13. Las pruebas recolectadas por la Fiscalía dibujan un contexto complicado. Las llamadas entre pandilleros interceptadas por las autoridades fiscales son alarmantes.

Según las conversaciones interceptadas durante las investigaciones, en 2016 el gobierno de Salvador Sánchez Cerén buscó, por diferentes medios, asegurar la continuidad de la interacción entre políticos y pandilleros. Esta información trasciende en una coyuntura sumamente importante. El país está a pocos meses de celebrar elecciones para diputados y alcaldes. Los políticos tratan de generar apoyos por donde sea y todo apunta a que existe la intención de cambiar la narrativa relacionada con propiciar un intercambio con cabecillas pandilleros.

Las llamadas interceptadas por la Fiscalía indican que el gobierno trasladó a reclusos a diferentes centros penitenciarios por solicitudes hechas durante las presuntas negociaciones entre las pandillas y las autoridades. Las negociaciones eran tan profundas que, según las conversaciones interferidas, los pandilleros sabían que Benito Lara iba ser sustituido días antes de que esto fuera hecho público. También se dieron cuenta sobre el lanzamiento de un plan para localizar a los 100 pandilleros más buscados antes de que este fuera anunciado.

“Nosotros no vamos a negociar con ninguna pandilla”, reza el titular de un comunicado subido a la página de la presidencia con fecha 7 de febrero de 2015. Similarmente, en la transcripción de la conferencia de prensa ofrecida por Sánchez Cerén después de la juramentación de Mauricio Ramírez Landaverde, publicada en ese mismo sitio, el mandatario declaró a los medios de comunicación que su gobierno no está en “la lógica de negociar con las pandillas”. Según lo revelado en las llamadas interceptadas por la Fiscalía, el presidente mintió y, peor aún, sus funcionarios intentaron negociar de forma encubierta con las pandillas, así como lo trató de hacer Mauricio Funes a través de David Victoriano Munguía Payés.

Esta no es la primera vez que trasciende información que establece vínculos entre políticos y cabecillas pandilleros. Hace algún tiempo circularon videos y audios en los que se aprecia a Benito Lara y Arístides Valencia, actual ministro de Gobernación, negociar con pandilleros. Esto hace que no resulte impensable que Sánchez Cerén pudo buscar negociar con las pandillas mientras aparentaba lo contrario públicamente.

Lo revelado por las llamadas intervenidas ilustra el daño que le hizo al país el intercambio de beneficios entre políticos y pandilleros. Cualquiera diría que no es necesario explicar por qué juntar a malos políticos con grupos criminales es mala idea. Sin embargo, parece que hay gente que no logra comprenderlo.

Ahora se están moviendo piezas para que platicar con las pandillas sea digerible para la ciudadanía. Tomás Minero, alcalde de Ciudad Delgado por el FMLN, hace unos días dio declaraciones a los medios comunicación en las que dejaba abierta la posibilidad de iniciar un diálogo con las pandillas. Otros actores vinculados al oficialismo han ofrecido opiniones que van en la misma línea.

Las buenas intenciones de extranjeros vinculados a embajadas u organismos internacionales pueden ser explotadas por los políticos salvadoreños en la actual coyuntura electoral. Indudablemente buscarán, como lo han hecho antes, utilizar sus voces para crear esta nueva narrativa que permita desarrollar el plan encubierto de utilizar electoralmente la influencia y control de las pandillas. Este es un buen momento para recordar que los políticos salvadoreños, incluso bajo el ojo fiscalizador de la Organización de Estados Americanos (OEA), instrumentalizaron a las pandillas con fines electorales mientras aparentaban otra cosa. No se dejen sorprender. No dejen que sus voces sean utilizadas para hacerle daño a El Salvador.

*Criminólogo

@_carlos_ponce