"Se necesita más que un hombre para liberar a este pueblo… se necesita un Dios…”.
Esta es la respuesta que un encadenado Moisés le da al regio y pomposo Faraón en el clásico de todos los tiempos “Los Diez Mandamientos”, del cual ahora se ha hecho una telenovela que se transmite por las noches y que en gran medida está basada en los textos sagrados.
Miles de años después de Moisés, en nuestro tiempo diremos casi lo mismo: se necesita más que un hombre, un gobernante, un presidente, un líder, un caudillo, para liberar a este pueblo de la violencia, las pandillas, las extorsiones, los malos gobiernos, la corrupción, la indiferencia y la mezquindad… se necesita a Dios…”. ¿Cómo llegar a Él?, pregunté una vez. Por medio de la oración, me respondieron.
Por una iniciativa de un grupo de salvadoreños inspirados, en 2003 la Asamblea Legislativa aprobó el decreto número 161, el cual declara cada 23 de noviembre el Día Nacional de la Oración. Debieron pasar muchos años para que la petición fuera tomada en cuenta en el Congreso y se promulgara.
Esta fecha coincide con el Día Internacional de la Biblia, pero entiendo que la celebración va más allá de las denominaciones. Además coincidirá con el Día de Acción de Gracias, el Thanksgiving, que vienen teniendo un mismo propósito: dar gracias.
El Día Nacional de la Oración debería celebrarse todo el año, pues necesitamos estar en plena comunión con Dios a diario, pero el 23 de noviembre debe ser un día especial.
Hace unos años tuve la bendición de participar en la ceremonia del Día Nacional de Oración en Washington, la cual reunió a los presidentes de los tres poderes, encabezados por el Presidente, así como los líderes del Congreso y del Senado, organizaciones sociales y dirigentes de todas las iglesias.
Realmente fue un momento muy inspirador y sublime, con discursos, oraciones por la nación, himnos.
Ojalá algún día se celebre aquí así, no para fotos oficiales o para impresionar políticamente a la gente, sino para buscar la bendición y la prosperidad del país.
Así como se celebra con toda pompa popular el Día Nacional de la Pupusa, con mayor razón debemos promover acontecimientos de fe y esperanza como el Día Nacional de la Oración y ahora el de Acción de Gracias, como una manifestación al mundo de que El Salvador es un país pacífico y creyente y que pide incesante la paz y la reconciliación.
Es triste que los salvadoreños nos divaguemos en eventos de menos importancia como la muerte de un elefante o un hipopótamo mientras cada día docenas de hermanos nuestros mueren por la violencia y la sinrazón.
Ese es el “pecado social” del que hablaba monseñor Romero, la falta de solidaridad, la indiferencia, el egoísmo, la distracción en cosas vanas mientras nuestros hermanos sufren por los grandes problemas del país, la inseguridad, el desempleo, la pobreza y la corrupción.
Cuando pasa algo malo, lo primero que hacemos es invocar el nombre de Dios: ¡Dios mío! ¡Padre Santo! ¡Jesús! ¡El gran poder de Dios! ¡Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal! (como decían nuestros abuelos). En los momentos difíciles, por enfermedad, dificultades, crisis, lo primero que hacemos es rezar una y otra vez. Pero luego nos olvidamos y volvemos a creer en nuestras capacidades y autosuficiencia.
Este jueves, cada salvadoreño en su propio ambiente, sin aspavientos ni para generar admiración, debería inclinar su rostro y tomarse unos minutos para entregarle a Dios su país, su familia, su empresa, sus compañeros y vecinos, pedir guía y fortaleza, alimentar el alma, crecer en espíritu y en verdad.
Un vez pregunté ¿cuál es la mejor oración? Me respondieron:
La mejor oración no es ni la más corta ni la más larga… es la oración sincera… Además es fácil, gratuita y eficaz...
De antemano, ¡feliz Día Nacional de Oración! ¡Feliz Día de Acción de Gracias!
* Periodista.