El uso y abuso de las redes sociales y la web contra las personas

Increíble, los documentos más antiguos de la Biblia, los de Qumrán, ahora se encuentran en línea y pueden ser observados y estudiados por cualquier persona que tenga acceso a una computadora. Se han socializado.

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Por Elizabeth Castro

18 November 2017

Desde hace dos semanas se lleva a cabo el juicio contra varios acusados de violación a derechos de autor y derechos conexos, violación de distintivos comerciales, falsedad material y agrupación ilícita; el juicio se ventila ante tres jueces del Tribunal de Sentencia de Santa Tecla, es inédito y sin duda alguna sienta un precedente no solo para el ejercicio del periodismo actual sino en el uso de la web y las redes sociales.

Va más allá y no tiene nada que ver con el calificativo del “juicio sobre los memes” como lo han titulado algunas personas que forman parte de grupos que se esconden en el anonimato y que pretenden menospreciar la acción judicial aduciendo que hay delitos más acuciantes y urgentes que la justicia debería atender.

Los acusados, tal como lo ha mostrado el juicio, al parecer bajo la dirección de un político, ahora alcalde de San Salvador, se agruparon para hacer usos de las redes sociales y la web, entre otras cosas, para crear “páginas” muy semejantes a las de La Prensa Gráfica y El Diario de Hoy y colocar noticias falsas, entrevistas amañadas.

Además, y por esto no se les está enjuiciando, se agruparon para utilizar las redes sociales de manera “fraudulenta” porque generaban “seguidores” por miles que no son más que “robots trabajando”; se daban por miles “likes” a actividades que lo único que pretendían era generar “simpatía” de sus supuestos seguidores; formaban “estrategias digitales” como parte de campañas de imagen a sus promotores como también campañas de desprestigio a sus oponentes, lo que incluía “destrozar” públicamente la imagen de contrincantes, incluso deteriorando la vida personal y familiar.

En El Salvador, en Estados Unidos o en Europa se desarrollan estas prácticas que no solo amenazan el libre juego de las ideas, base fundamental del sistema democrático, sino que se resquebraja la credibilidad de las instituciones de información, también base fundamental de la democracia.

No puede ser posible que un grupo de personas, con intenciones políticas partidarias o simplemente con la finalidad de minar la imagen de un oponente, desarrollen estrategias de “guerra” y creen noticias falsas para confundir a la población; el uso incorrecto, inadecuado o mal intencionado de estas herramientas de comunicación nos llevan a fenómenos denominados como la “posverdad” o las “fake news”.

El académico y presidente de uno de los grupos de medios en España, Prisa, Juan Luis Cibrián, dijo esta semana en su ponencia, en el Foro de la Nueva Comunicación, que los medios de comunicación están en un contexto de “confusión que propicia un caldo de cultivo para la expansión de la posverdad y las fake news en el que es cada vez más difícil distinguir “lo bueno de lo malo, lo auténtico de lo que no lo es”. Sobre la posverdad ha dicho que no son exactamente “las mentiras de siempre” y ya explicado la Real Academia, donde se discute su definición, se considera que este concepto se identifica con “una verdad emocional”, que no se basa en hechos objetivos sino en las emociones de quienes las emiten y de quienes las reciben. “Es una verdad ficticia, impostada, basada en hechos alternativos, como dirán los portavoces de la Casa Blanca”. Sobre las fake news ha explicado que son “noticias disfrazadas” y ha atribuido su origen en la respuesta de los movimientos antisistema al poder constituido”.

Más de fondo, como dice Cibrián, “no solo estamos ante un proceso de reestructuración industrial gigantesca (de los actuales medios de comunicación) sino ante un cambio fundamental en la formación de la opinión pública… advirtiendo que sin una formación de la opinión pública adecuada, no habrá una democracia representativa que funcione y ello generará un aumento del populismo y una disminución de la conciencia social”.

En pocas palabras, por un lado esperamos que la justicie dilucide si hubo delito por parte de estos troles, y si hubo, que aplique el castigo que se merecen; por otro, sean inocentes o culpables, lo cierto es que este tipo de hechos está en la mira de los juzgadores, no solo de El Salvador sino del mundo entero.

Además, esperamos que la legislación nacional evolucione y que para el presente y el futuro haya leyes mucho más desarrolladas que tomen en cuenta la evolución de la web y las redes sociales.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com