Los temas serios

Es esencial tomar medidas que mejoren el ambiente de los negocios, pero nada será sostenible si no contamos con una fuerza de trabajo bien educada, con salud y seguridad. Una sociedad con pobre capital humano no puede esperar vivir como la de Silicon Valley.

descripción de la imagen

Por Elizabeth Castro

16 November 2017

Probablemente el peor de los problemas que tiene El Salvador es la falta de una visión clara de los problemas que enfrenta y de la manera en la que podría insertarse y lograr el desarrollo en un mundo que no solo está creciendo sino cambiando totalmente en su estructura económica.

Por una visión clara no me refiero a contar con enormes volúmenes detallando programas que nadie lee o con comisiones que eternamente se escuchen a sí mismas, sino a una serie de pensamientos ordenados que puedan ser entendidos por todos y que nos indiquen la dirección en la que tenemos que movernos. Sin este sentido de dirección los problemas nos caerán como nos han ido cayendo por casi dos décadas: como pedradas al azar en un ambiente de progresivo caos.

Hay por lo menos dos problemas cruciales que por nuestra proverbial superficialidad no hemos analizado como se debe: el terrible problema de inseguridad que está destruyendo el tejido social del país y la manera en la que nos estamos atrasando en adquirir el capital que se necesita para progresar, y aun para no decaer, en la nueva economía del Siglo XXI.

El problema de la seguridad es doblemente trágico porque no solo causa enormes sufrimientos a la población sino porque a pesar de que ha estado presente por más de una década jamás se ha hecho un análisis claro de cómo se genera y cómo se puede resolver. Lo que se ha hecho por todo este tiempo es simplemente tirar así llamadas soluciones al problema, como si los médicos tiraran medicinas al azar a los enfermos para ver si algo de lo que les tiran les hacen un efecto positivo y no los mata. Estas soluciones, llamadas “prácticas”, no han logrado nada sino solo empeorar este problema.

El segundo problema es que el mundo está pasando por una revolución tecnológica que está cambiando la fuente de la riqueza del capital físico (las máquinas) al conocimiento y la capacidad de coordinar tareas complejas a la distancia. El conocimiento siempre fue importante. Al fin y al cabo, las máquinas que caracterizaron a la era industrial eran producto del conocimiento. Lo que ha cambiado es que, mientras que antes las máquinas eran las valiosas y los trabajadores las atendían a ellas, ahora lo valioso es el ser humano con conocimientos, y las máquinas están para ayudarle a realizar sus actividades creativas. Antes, las políticas sociales se necesitaban para darle una vida digna a los que trabajaban las máquinas. Ahora estas políticas sociales —la educación, la salud, la seguridad— se han convertido en la principal política económica, porque la inversión de la que depende el desarrollo es la inversión en capital humano. En la vieja economía se conseguían fácilmente los trabajadores si se tenían las máquinas. Ahora, si se tiene capital humano, es fácil conseguir las máquinas. Nosotros todavía estamos viviendo en la vieja economía.

Mucha gente piensa que hablar así de este tema es superficial, o porque creen que la educación no tiene nada que ver con la economía, o porque creen que por lo obvio no necesita hablarse. Ninguna de estas razones es válida. Por un lado, el mundo entero está demostrando que el valor agregado está en el conocimiento. Por el otro, si es tan obvio, ¿por qué no estamos invirtiendo en capital humano? Lo que es superficial es seguir hablando como si todavía fuera el Siglo XX, como si la teoría económica no estuviera ya cambiando para adecuarse al nuevo mundo, como si nuestro futuro económico pudiera ser determinado por actividades que en pocos años serán realizadas por robots. Ciertamente que es esencial tomar medidas que mejoren el ambiente de los negocios, pero nada será sostenible si no contamos con una fuerza de trabajo bien educada, con salud y seguridad. Una sociedad con pobre capital humano no puede esperar vivir como la de Silicon Valley.

Estos problemas, que están muy ligados entre sí, requieren definiciones a este nivel de análisis que luego se traduzcan en estrategias de inversión en capital humano en salud y educación, en la construcción de comunidades, en establecer la presencia del Estado con las instituciones que harán dicha inversión, y en la planeación fiscal que haga posible pasar al desarrollo.

*Máster en Economía

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.