La revolución ciudadana en el país de las pandillas y malos políticos

La encuesta de Diario El Mundo, en esencia, indica que El Salvador está secuestrado por las pandillas y que esto es atribuible a la influencia que ejercen los malos políticos y sus intereses sobre las instituciones públicas.

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Por Mirna Navarrete

14 November 2017

Los resultados de la encuesta de opinión de Diario El Mundo dibujan un panorama complicado para el país. La realidad que plantean subraya la relevancia de las iniciativas que buscan empoderar a la ciudadanía.

La encuesta incluyó una pregunta muy interesante: “Para usted ¿quién manda en el país?”. La respuesta permite contrastar al Estado con las pandillas en términos del poder real que ambos actores ejercen en el terreno. Esto especialmente trascendental considerando la peculiar naturaleza de dichas agrupaciones, cuya subsistencia y evolución están determinadas, en gran medida, por la disponibilidad de oportunidades para suplantar funciones propias del Estado y su capacidad para explotarlas exitosamente.

Según la encuesta, el 42 % de las personas entrevistadas aseguró que en el país mandan las pandillas, mientras solo un 12% opinó que el gobierno y 6 %, que el presidente. Esta diferencia es abismal. No solo el porcentaje de personas que adjudica mayor control e influencia a las pandillas es considerablemente elevado, sino que la proporción de salvadoreños que perciben que el gobierno y el presidente mandan es sumamente baja.

Esto es congruente con el serio problema de extorsión que experimenta el país. Diferentes informes técnicos identifican dicho delito como el principal obstáculo para el desarrollo económico. El considerable tamaño del sector informal proporciona a las pandillas un contexto en el que pueden establecerse como autoridad fáctica e imponer su propio sistema de tributo obligatorio. Es evidente que las pandillas han aprovechado esta oportunidad con mucho éxito.

Las autoridades no han tenido la capacidad de enfrentar la evolución propiciada por este tipo de oportunidades. Al contrario, la mayoría de los abordajes oficiales han acelerado el proceso. La implementación del “Plan Mano Dura”, diseñado primordialmente para tener un impacto electoral, obligó a que las pandillas se adaptaran a un entorno diferente, en el que su visibilidad se convirtió en una amenaza. Esto implicó un refinamiento operativo y estratégico orientado a ser más clandestinos. Similarmente, la negociación con dichos grupos, propiciada por el gobierno de Mauricio Funes, les permitió escalar otro peldaño en su evolución, facilitando su interacción con el sector político y, por lo tanto, su incursión en la dinámica política local.

El factor común en ambos abordajes es su componente político. La influencia de los partidos sobre el trabajo de los funcionarios y las instituciones públicas ha tenido efectos devastadores. Hay ejemplos de sobra para ilustrar este punto, desde la filtración a los medios de la confesión de Mario Belloso, el cobarde asesino de varios policías frente a la Universidad de El Salvador, hasta el ofrecimiento de beneficios a cabecillas pandilleros a cambio de su apoyo electoral.

Los resultados de la encuesta de Diario El Mundo revelan que la ciudadanía está consciente de la inefectividad de las medidas gubernamentales y que los intereses partidarios tienen mucho que ver en esto. Según la encuesta, el 81 % de los encuestados opinó que la criminalidad ha aumentado y 45 % atribuye esto al mal desempeño de las autoridades. Adicionalmente, el 44 % señaló que el presidente ha cedido el poder de gobernar a su partido y el 39 % aseguró que las necesidades de los salvadoreños no es factor decisivo para las autoridades.

La encuesta, en esencia, indica que El Salvador está secuestrado por las pandillas y que esto es atribuible a la influencia que ejercen los malos políticos y sus intereses sobre las instituciones públicas. Salir de este problema, por lo tanto, depende del nivel de influencia y control que podamos ejercer los ciudadanos sobre el aparato público. Solo así podremos obligar a que los funcionarios y sus instituciones concedan la más alta prioridad a nuestros problemas. El futuro del país depende del éxito de la revolución impulsada por diferentes movimientos ciudadanos para arrebatar el poder de los malos políticos y funcionarios, y trasladárselo a los salvadoreños honestos.

*Criminólogo

@_carlos_ponce