Es el principio del fin de los automóviles individuales, ¿será?

Uber está amenazada de ser sancionada e incluso cerrada porque no está regulada; el problema de fondo es la incapacidad del Estado para regular adecuadamente las nuevas empresas, como esta, con plataforma tecnológica.

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Por Elizabeth Castro

11 November 2017

Hace unos días, en la feria tecnológica Web Summit, celebrada en Lisboa, Portugal, los creadores de Uber presentaron lo que serán sus taxis voladores, que se proyectan poner en marcha en 2020 en la ciudad de Los Ángeles, una de las zonas más pobladas de Estados Unidos.

Según una nota publicada en el periódico español “El Mundo”, el proyecto UberAir fue presentado por el encargado de productos de esta empresa de plataformas tecnológicas, Jeff Holden, quien explicó que estos aparatos serán parecidos a los helicópteros, pero totalmente silenciosos y eléctricos, además el servicio que prestarán será a un costo competitivo, incluso menos de lo que cobraría el transporte tradicional.

Lo que más me llamó la atención de esta novedad tecnológica anunciada por Holden es una frase que utilizó: “es el principio del fin de los coches individuales”, asegurando además que en el “futuro solo se comprarán coches personales por hobby”, explicando que la mayoría de la población utilizará el transporte público, incluido el modelo Uber que si bien es privado —en su propiedad— es público en cuanto su uso.

He querido traer este tema porque ahora en El Salvador hay una discusión en torno al servicio Uber; el Viceministerio de Transporte se ha puesto “estricto” y ha dicho que este servicio no tiene ni permisos ni está regulado por la ley.

No es mi intención analizar en cuanto tal la legalidad o no, mucho menos hacer “oído” de las críticas hechas por la población que, al parecer, no solo está a gusto con este servicio sino que le gusta y apoya (por lo menos así se refleja en la opinión pública).

Mi interés va más allá, pretende señalar dos cuestiones. Por un lado, visualizar e intentar dar solución a los problemas de hoy con planteamientos de mediano y largo plazo; y dos, se requiere legislación adecuada que permita incorporar el desarrollo tecnológico a la solución de los problemas de hoy y del mañana.

Y es que la sociedad de hoy, denominada del “conocimiento” se caracteriza por incorporar a la vida cotidiana los avances tecnológicos, convivir con el acelerado desarrollo de la web y las redes sociales y por supuesto comenzar a entender los nuevos procesos productivos bajo una nueva lógica donde la ciencia y la tecnología tiene un papel preponderante.

Ahora ya no es un sueño que estemos en el principio del fin de los coches individuales, tampoco la sustitución de los carros de gasolina por los eléctricos o que los automóviles se “muevan sin motorista”; tampoco es un sueño que los trenes de alta velocidad, silenciosos, eléctricos, de alta eficiencia, sean utilizados por las naciones desarrolladas para transportar a sus ciudadanos.

En las empresas, incluso en los hogares de los países desarrollados, los robot tengan cada vez mayor presencia, lo que pone en peligro la mano de obra humana; los procesos productivos cada vez están mediados por la tecnología, principalmente vinculada a la informática.

Sin embargo, países pobres como el nuestro, agobiados por problemas elementales de seguridad, de sobrevivencia y de exclusión, sí consumimos la tecnología, por ejemplo la de los teléfonos inteligentes, pero poco o nada pareciera que la utilizamos para resolver los agobiantes problemas de país; ¿por qué esto?, es la interrogante de base.

Dos cuestiones, uno, la visión miope y estrecha para intentar ver más allá de nuestras narices; y dos, la educación no está montada en la realidad social del presente y del futuro, mucho menos en las tendencias por donde se mueve la sociedad.

La llamada brecha tecnológica no solo es cada vez más ancha, sino que alcanza niveles de profundidad que nos hace estar fuera de la lógica del mundo del mañana; apenas ahora, como gran mérito se “entregan” computadoras a los niños de las escuelas públicas… pero poco o nada se desarrolla la lógica de los procesos pedagógicos, los programas y la formación de docentes con una nueva visión educativa donde la informática esté de base.

La politiquería barata, escondida en el perverso lenguaje de izquierdas y derechas, los políticos de poca monta interesados en hacer prevalecer sus intereses de partido o particulares, el pleito permanente por cuestiones del momento no nos dejan ver e incursionar más allá de nuestras narices y tener como horizonte el futuro, y vincular los procesos educativos al desarrollo tecnológico para dar respuesta a los problemas del país…

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com