500 años de la Reforma Protestante

La Reforma protestante estimuló todavía más el desarrollo, y la competencia religiosa llevó a que la Contrarreforma Católica introdujera algunas reformas positivas dentro de la Iglesia.

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Por Mirna Navarrete

01 November 2017

Hace 500 años, Martín Lutero protestó sobre numerosas prácticas de la Iglesia Católica. Así, el monje alemán desató lo que fuera la Reforma Protestante que influyó en la trayectoria de Occidente y terminó incrementando la libertad de los individuos en formas que el mismo Lutero hubiera desaprobado.

Las críticas de Lutero a la Iglesia tenían sentido y apoyo político y popular en ciertas partes de Europa. El monopolio religioso que tenía el Vaticano alentó su corrupción, y su estructura jerárquica creó un elitismo en el clero que para muchos lo distanciaba demasiado del público.

Para Lutero, el problema era mayor. El elitismo era incompatible con el desarrollo espiritual de los fieles. La Biblia debía ser la única autoridad respecto a la Palabra de Dios, por lo que el clero no podía ser prepotente al respecto ni obstaculizar el acceso directo al texto sagrado. Por lo tanto, era importante que los fieles pudieran leer la Biblia por sí mismos y en su propio idioma sin que tuviera que ser interpretada por las autoridades. (En esos tiempos, el latín era el idioma de la Biblia). De la misma manera, Lutero criticaba la venta de indulgencias, pues no solo lo veía como una práctica corrupta, sino que también consideraba que sólo Dios podía finalmente juzgar la fe de uno.

Las críticas del monje fueron revolucionarias y la Reforma Protestante sacudió a Europa. El conflicto fue una mezcla de oportunismos políticos y fervores religiosos que culminó en la sangrienta Guerra de los Treinta Años, que a su vez llegó a su fin con la Paz de Westfalia de 1648. Esto significó una división aceptada del poder espiritual en el continente donde había territorios católicos y protestantes en paz. El poder en Europa se descentralizó todavía más.

Lutero no creía en la libertad de religión y era intolerante hacia otras creencias. Pero al impulsar el fin del monopolio religioso en el continente, también alentó el eventual desarrollo de la tolerancia y la libertad religiosa. Su visión no jerárquica de la Iglesia “introdujo un radical igualitarismo que ayudó a establecer la base de la democracia y los derechos humanos modernos”, según el historiador Joseph Laconte.

El impacto de la Reforma Protestante sobre la libertad fue enorme, según el historiador Francois Guizot del siglo XIX. Significó la “emancipación de la mente humana”. Si el ciudadano fiel podía leer e interpretar la Biblia con mayor libertad que antes, tanto el conocimiento como la diversidad intelectual aumentarían.

Parece que justamente eso ocurrió. El alentar a los creyentes a leer la Biblia en su propio idioma alentó también el alfabetismo y la educación de algunas regiones protestantes de Europa. La mayor educación también ayudó a que los territorios protestantes tuvieran mayor crecimiento y prosperidad que los católicos por siglos, una brecha que se empezó a cerrar solo en el siglo XX.

El Catolicismo también fue clave para la libertad en Occidente. Al establecer un poder espiritual en Europa que compita con los poderes políticos, dificultó la centralización del poder en el continente. Por razones no intencionales, la Iglesia promovió durante siglos el desarrollo de instituciones como el Estado de Derecho y la propiedad privada, que favorecían el desarrollo económico y explican en gran parte por qué las economías europeas, y no otras, despegaron primero. La Reforma protestante estimuló todavía más el desarrollo, y la competencia religiosa llevó a que la Contrarreforma Católica introdujera algunas reformas positivas dentro de la Iglesia.

Sin querer, uno de los grandes legados de Lutero es la competencia espiritual, intelectual y de instituciones que han aumentado la libertad de buena parte de la humanidad.

(Este artículo fue originalmente publicado en El Comercio (Perú) el 31 de octubre de 2017).

*Director del Cato Institute.