Funcionarios sacados del Viejo Oeste

Los funcionarios y políticos ilusionistas sobran. Tratan de vender soluciones o pociones mágicas para solucionar todos los problemas de los que adolece el país. Esto es un efecto directo de la influencia de la política partidaria sobre el trabajo de las instituciones.

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Por Mirna Navarrete

31 October 2017

El penoso proceso de explicar a extranjeros las características de las diversas crisis que enfrenta El Salvador, con frecuencia implica reiterar que la realidad que se plantea es, en efecto, verdad. Las situaciones son tan graves que resultan difíciles de digerir y creer para quienes no las han vivido de cerca. No obstante, son fáciles comprobar. Los ejemplos sobran y su veracidad es irrefutable. Convencer a foráneos escépticos, por lo tanto, no es difícil. Después de que conocen más a fondo el crítico estado del país y entienden que hay un lugar en el mundo en donde hay seres humanos expuestos a estas condiciones, generalmente hacen la reflexión de que todo parece una realidad ficticia inventada por productores de Hollywood para construir un mundo aterrador en una película.

Es una lástima que la realidad nacional sea comparable a lugares irreales, fabricados con el objetivo de crear ambientes aterradores. Sin embargo, también se encuentra ejemplos ilustrativos que asemejan a lo que se vive en El Salvador en películas cuya trama no se concentra en lugares espeluznantes. Las películas del Viejo Oeste, por ejemplo.

Estos filmes tienen un significado especial para quienes tuvimos la suerte de vivir en la época en que este género era popular entre un segmento importante de la población. Así como las películas de Pedro Infante y Cantinflas formaron parte de mi infancia --no porque hubiese crecido cuando se estrenaron sino porque los adultos en mi vida-- tengo muchos recuerdos de producciones protagonizadas por John Wayne, Clint Eastwood y Charles Bronson.

Este tipo de películas tiene un personaje que guarda un asombroso parecido con los más visibles funcionarios públicos en El Salvador. No son los héroes o villanos, sino un personaje secundario, pero típico de este género: los médicos itinerantes que van de pueblo en pueblo vendiendo pócimas o remedios mágicos para aliviar males. Estas personas son proyectadas como ilusionistas que, utilizando credenciales cuestionables, tratan de engañar a enfermos que buscan medicina para sus dolencias. Lamentablemente, así parecen operar los más importantes burócratas del país.

Recientemente, por ejemplo, Mauricio Ramírez Landaverde, ministro de Justicia y Seguridad Pública, dejó entrever que crear la ilusión de seguridad es parte fundamental de la estrategia gubernamental. Ramírez, al ser cuestionado sobre el uso de tanquetas en San Salvador, cuestionó la efectividad de este tipo de táctica para evitar ataques terroristas, pero justificó que “da confianza a los ciudadanos”. Cualquiera pudiese argumentar que estas declaraciones son simplemente una desafortunada elección de palabras del Ministro, pero todo indica que son parte de la forma en que los políticos tratan la inseguridad.

Esta no es la primera vez que se trata de crear la ilusión de que se está atacando el problema delincuencial. Hay ejemplos de sobra para ilustrar cómo los políticos y los funcionarios en los que influyen prefieren aparentar que se está tratando la situación en lugar de realmente hacerlo. Mano dura y “la tregua”, ambos abordajes escondían objetivos políticos-electorales detrás de una máscara que simulaba dar tratamiento a la inseguridad.

Los funcionarios y políticos ilusionistas sobran. Tratan de vender soluciones o pociones mágicas para solucionar todos los problemas de los que adolece el país. Esto es un efecto directo de la influencia de la política partidaria sobre el trabajo de las instituciones encargadas de solucionar las crisis más profundas que afectan a El Salvador. Es necesario buscar la forma en que las entidades públicas sean inmunes a la nociva presión de los intereses partidarios. Esto requiere de una reducción significativa del espacio de maniobra que tienen ahora los políticos. Es indispensable, por ejemplo, crear más y mejores controles que limiten la discreción en el nombramiento de funcionarios, limitando así la influencia partidaria. Medidas con este tipo de orientación son las que debemos de exigir y apoyar.

*Columnista de El Diario de Hoy.

@_carlos_ponce