La democracia de los muertos

La tradición en diversas facetas de nuestra existencia no puede obviarse o alterarse a capricho de los políticos de turno; al modificar algo, debe ser para mejorar, para edificar un mejor presente y tener una calidad de vida acorde a nuestra dignidad humana.

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Por Mirna Navarrete

25 October 2017

G.K. Chesterton decía que “la tradición es la democracia de los muertos, no puede haber una vida política sana si no se reconoce la herencia que hemos recibido de nuestros antepasados”, todos aquellos que nos precedieron y custodiaron la tierra en la cual habitamos, la nación en la que vivimos y no podemos olvidarlos, a pesar de que físicamente ya no están con nosotros, ellos aún tienen mucho que decir.

El lenguaje, la cultura, la política, todo esto y más, lo hemos recibido de otros y se han traducido en instituciones que la custodian y buscan su trascendencia en el tiempo. Vivimos un presente difícil, donde la confusión de pensamiento está a la orden del día, donde disparatadas ideologías políticas, dictadores y líderes mesiánicos que con su verborrea embaucan a cantidades enormes de personas llevando países a crisis económicas, institucionales y políticas, buscan abolir esa democracia; el único sistema político que defiende la soberanía del pueblo y el derecho del mismo a elegir y controlar a sus gobernantes.

La tradición en diversas facetas de nuestra existencia no puede obviarse o alterarse a capricho de los políticos de turno; al modificar algo, debe ser para mejorar, para edificar un mejor presente y tener una calidad de vida acorde a nuestra dignidad humana. Nuestro querido El Salvador se ahoga en un mar de violencia, pobreza y corrupción y una desidia política impide vislumbrar un horizonte luminoso donde podamos tener un freno a esta maraña corrupta que agobia a nuestra nación.

Es difícil ver políticas actuales que velen realmente por un bienestar real de los salvadoreños, estamos a las vísperas de elecciones legislativas y de alcaldes y muchos candidatos están ya en campaña electoral y lo deprimente es que vemos la misma decadencia en sus discursos, más de lo mismo, regalías, abrazos fraternales, recorridos en pueblos y ciudades destilando amor. Algo muy preocupante sigue siendo el doble discurso del partido de gobierno el FMLN donde arremeten contra embajadores, empresarios, Sala de lo Constitucional y políticos que no estén de acuerdo con sus caprichos ideológicos.

Tenemos al magistrado Julio Olivo, del Tribunal Supremo Electoral (TSE), identificado ideológicamente, brindando risibles declaraciones y diciendo que “es morbo esperar resultados electorales el mismo día”. ¡Señor mío!, exigir resultados el mismo día de las elecciones es un derecho que nos da la libertad democrática que ha querido ser vulnerada por funcionarios como usted.

A situaciones como las anteriores me refiero cuando hago alusión a la democracia de los muertos, a ese legado que hombres y mujeres del pasado nos dejaron para un perfeccionamiento, no para arruinarlo con la inoperancia e ineficiencia de muchos funcionarios y políticos acuales. No podemos entregar un sistema político que nos permite libertades democráticas en las que podemos ejercer opinión, participar en política y elegir a nuestros gobernantes. Tenemos que velar por su perseverancia y un correcto cumplimiento y no dar cabida a políticas que coartan nuestra naturaleza humana.

Es imprescindible exigir debates y propuestas de altura. Es una vergüenza que las noticias políticas sean de funcionarios que tiran frutas, otros que se les vincula en relaciones maritales con menores de edad, algunos despilfarrando dinero en viajes cuando personas sufren por falta de medicinas en hospitales públicos, cuando a diario son asesinados muchos salvadoreños por la incontrolable violencia que agobia al país. Varios políticos se jactan de ser defensores del pueblo y alegan ser víctimas de una oligarquía opresora que busca mantener su hegemonía política.

Estos políticos lloriquean cuando se les critica su inmaculado proceder son enemigos del disenso, porque su totalitarismo lo tienen tan arraigado, que nunca lo sabrán disimular.

*Colaborador de El Diario de Hoy.

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