La nomofobia, la realidad virtual y los candidatos políticos

Veremos si el alcalde capitalino, un especialista en el uso de redes sociales y la web, ahora expulsado del FMLN, logra mantener la supuesta cercanía y popularidad que dice tener, gestada por el uso del mercadeo digital.

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Por Elizabeth Castro

21 October 2017

Hace unos meses, en este mismo espacio, escribí sobre dos conceptos nuevos: el de la nomofobia, miedo a vivir la vida cotidiana sin el teléfono móvil, y el de realidad virtual, la sensación de estar en una realidad provocada por las computadoras y en general los dispositivos móviles que nos permite interactuar con los demás de manera inmediata e incluso guardar información en la “nube”.

En esa ocasión señalé la relación de estos dos conceptos con la realidad de nuestros países latinoamericanos, países en desarrollo, donde amplios sectores de la población tienen como horizonte ni la nomofobia ni la realidad virtual sino el sobrevivir. Sin embargo, y esto es lo paradójico de la sociedad actual, no obstante hay pobreza, incluso miseria, las nuevas tecnologías, conviven de manera casi esencial con los ciudadanos que “comen salteado”.

A esta realidad paradójica se suman nuevos fenómenos como los partidos y políticos que se han montado en esta dinámica y ahora hacen del espacio virtual el territorio, no solo para hacerse “presente”, sino para promoverse, hacer campañas políticas y conseguir el voto de los ciudadanos.

La gestión y la comunicación política se está desarrollando por medio de múltiples plataformas y dispositivos digitales; una de las formas más difundidas para lograr esta comunicación política ya no es solo la página web, sino las mismas redes sociales que se han convertido en el “caballo de batalla” para unos y otros. Ahora resulta que es clave para todo político utilizar las redes sociales, sean estas Facebook, Twitter, WhatsApp, Instagram o cualquier otra, en su comunicación con la población, no se diga para hacer propaganda política.

Uno de los puntos centrales de esta dinámica es que se trata de una herramienta de propaganda que convierte el tráfico en posibles correligionarios y potenciales votantes; los mercadólogos digitales hablan de medios de la comunicación de “marca” que se convierten en uno de los tópicos de interés, ya que tiene una relación directa con la lealtad de los consumidores o los posibles votantes y con el valor de las “ventas”; con esta lógica, ahora se venden carros o camisas como también partidos políticos o candidatos que se convierten en “productos o servicios mercadológicos”.

Este crecimiento de las nuevas tecnologías, que cada vez más toman el tiempo de los usuarios, de los públicos, de las audiencias, de los ciudadanos, ha hecho que, incluso, se revolucione la gestión de las marcas, sobre todo marcas políticas, con lo cual estas se enfrentan al reto de obtener, no solo la atención, sino la aprobación de sus consumidores para establecer una experiencia de comunicación.

A tal punto llega este cambio que se ha generado una transición en la lógica del mercadeo político, dejando atrás una visión centrada en los bienes tangibles de la plaza pública a una nueva visión centrada en el valor intangible y las experiencias que la marca pueda construir en la mente de los ciudadanos; en pocas palabras, se buscan manifiestas experiencias y comportamiento sensoriales de preferencia o evitación en el ciberespacio.

Esto explica, por ejemplo, que el actual alcalde capitalino, quizá el político que más usa las nuevas tecnologías, que ha montado no solo su imagen sino la misma gestión municipal en las redes sociales, busca no solo “enviar un mensaje” a la población, sino generar interrelación, reacción, participación de los ciudadanos, lo que implica explorar y conocer la conducta de los públicos.

Gran parte de la supuesta popularidad del actual alcalde capitalino es por el uso de las redes sociales, logrando, real y artificialmente (porque se ha comprobado) un número elevado de fans o seguidores, que ofrece periódicamente contenidos que gusten a las audiencias (por lo general con un discurso antipartidos político), utilizando los diversos medios, sean estos videos, infografías, imágenes.

Utiliza las herramientas para hacer que su discurso, que sin duda alguna fortalece su imagen, esté bien posicionado en los motores de búsqueda, redes sociales y la generación de oportunidades. Por lo general tiene blogueros (muchos de ellos contratados para tal fin), publica extractos de contenidos existentes, hace entrevistas rápidas que ha “gestionado” en publicaciones pagadas para hacer ver al alcalde como “eficiente, amigable, buena onda”.

La gran pregunta que queda en el ambiente es si esta supuesta popularidad del alcalde capitalino se mantendrá ahora que fue expulsado del FMLN; se mantendrá en la mente de los ciudadanos que se trata de un nuevo político o que es más de lo mismo; incluso, se trata de un funcionario que si bien es cierto se maneja muy bien “en la red de redes”, poco o nada hace por acercarse al ciudadano común y corriente, que por lo general, se trata de personas que tienen que trabajar duro día a día para llevar el pan a su casa.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com