Mujeres, pensemos sobre esto...

Permitamos a las niñas ser niñas. Motivarlas a que estudien, se eduquen, progresen, tengan metas altas y luchen por alcanzarlas, pero sin olvidarse de que su espiritualidad, su esencia femenina, son importantes para la humanidad.

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Por Mirna Navarrete

20 October 2017

Anteriormente, cada 1 de octubre, Día del Niño, había festejos para mostrar a nuestros pequeños de uno y otro sexo lo mucho que les amamos.

Posteriormente se instituyó el 11 de octubre como el Día de la Niña, celebración que, según mis cortas entendederas, estaba incluida tanto en la del 1 de octubre, como en la del 8 de marzo, Día de la Mujer. Creí que esa fecha nos englobaba a todas las féminas, indistintamente de nuestras edades. No me sorprendería si, en enero, cuando se festeja al Adulto Mayor, ahora deba añadirse la celebración de la Adulta Mayor. Aunque como se nos achaca que somos muy vanidosas respecto a la edad, sería inútil establecerlo, porque somos escasas las que reconocemos haber llegado – ya hace tiempo – a tal categoría.

Justificado está, eso sí, celebrar separadamente el Día de la Madre y el Día del Padre, porque ni un hombre puede ser madre ni una mujer ser padre, aunque en nuestro país, por irresponsabilidad paterna, infinidad de mujeres deban asumir el papel de padre y madre.

Aclaro que soy ardiente defensora y promotora de la superación y liderazgo de la mujer, de hacerla consciente de su propia dignidad y valer, de sus grandes capacidades y su derecho – y deber - a desarrollarlas al máximo. Todo lo cual debe comenzar por darse ella misma el puesto que merece, mediante el respeto que a sí misma se debe. Eso conlleva el practicar y defender su feminidad, su identidad determinada por su sexo desde que fue concebida, sus cualidades inherentes a ser mujer, su forma de razonar, analizar y comprender desde una óptica sui géneris, que la lleva a encontrar diferentes respuestas y soluciones a los problemas que diariamente debe enfrentar. Y, especialmente, la lleva a profundizar su espiritualidad, de donde proviene su inmensa fortaleza.

Sin embargo, las “políticas de género”, nueva bandera de la izquierda izada supuestamente para defensa de la mujer, la están convirtiendo en un “hombre disfuncional”, privándola de su esencia e identidad y desfigurando su naturaleza. Lejos de ayudar a la mujer a desarrollarse como tal, están mutilándola, haciendo de ella una caricatura de hombre, perdiendo las virtudes que la hacen especial y con ello, privando a la humanidad de su aporte esencial y vital.

Ojalá que el tener ahora un Día del Niño y un Día de la Niña nos haga conscientes de que debemos dejar al niño ser niño, ser varón, ser inquieto, gustar de los juegos agresivos, pelear con sus compañeros, competir, ensuciarse, trepar, caerse, golpearse, etc.; esas conductas que en mis hermanos y en mis hijos varones formaron parte normal del desarrollo previo a llegar a la madurez. Ahora se pretende que los varoncitos sean mustios, so pena de medicarlos y ponerlos bajo atención psiquiátrica.

Y, principalmente, permitamos a las niñas ser niñas. Motivarlas a que estudien, se eduquen, progresen, tengan metas altas y luchen por alcanzarlas, pero sin olvidarse de que su espiritualidad, su esencia femenina, son importantes para la humanidad, que su ternura hará menos violenta nuestra sociedad, que por su naturaleza de mujer está destinada para los más altos ideales y que su inteligencia y raciocinio son indispensables para el mundo.

Mujeres, trabajemos para que el avance de nuestras hijas beneficie también a nuestros hijos y a las futuras generaciones.

 

*Columnista de El Diario de Hoy.