Al patriota, al amigo

Noble, muy noble era tu corazón, Armando; nunca descalificaste a nadie, luchaste siempre por tus principios y valores, eras de una sola pieza. Creciste aún más al dejar la presidencia y con todo lo sucedido en los últimos años, proyectaste sabiduría y ecuanimidad. Respetaste siempre a tus adversarios ideológicos, no hubo para ti clases sociales.

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Por Mirna Navarrete

10 October 2017

Un hombre de familia, de fe, patriota, de principios, buen ser humano fue Armando Calderón Sol. Siendo un hombre de partido, supo siempre anteponer los intereses de nación a cualquier otro, en especial desde la Presidencia de la República, donde, para bien de El Salvador, tuvo cordial relación con la oposición política. Al concluir su mandato, continuó ya como ex presidente defendiendo sus principios al ser uno de los miembros del destacado grupo de ex jefes de Estado que velan por la libertad y la democracia en nuestro Continente. Es así como llegó a presidir la Unión de Partidos Latinoamericanos (UPLA).

Su salto al primer plano, como jefe de fracción de ARENA, fue en la década de los Años Ochenta, cuando el país se encontraba en guerra y la Democracia Cristiana controlaba la Asamblea Legislativa; en 1988 llegó a la alcaldía de San Salvador tras haber derrotado en las urnas a Alejandro Duarte, hijo del entonces presidente José Napoleón Duarte. El año siguiente, Alfredo Cristiani ganó la Presidencia de la República, lográndose los acuerdos de paz y la estabilización de la economía durante su gobierno.

Armando Calderón sustituyó al frente del Ejecutivo a Cristiani tras ganar la elección presidencial a Rubén Zamora, aliado político de la ya en ese momento exguerrilla salvadoreña, convertida en partido político. La enorme tarea que tuvo la presidencia Calderón Sol fue la reconstrucción del país, hubo mucha oferta de ayuda internacional para ello mientras se estuvo en el proceso de paz, pero una vez logrado éste, poco fue lo que llegó. Por ello fue el aumento del IVA, tan necesario para poner de pie a El Salvador como impopular entre la población. Tan grande fue el costo político que tuvo su gobierno que ARENA perdió la alcaldía capitalina frente a Héctor Silva en 1997, luego de tres periodos.

En la segunda parte de su gestión, Armando Calderón lanzó la Comisión Nacional de Desarrollo (CND), el más grande esfuerzo territorial que ha habido en el país para la realización de un Plan de Nación. Sus seis acciones para que El Salvador funcione permanecen vigentes, aunque su compromiso con ellas fue perdiendo fuerza en las siguientes dos presidencias hasta que Funes la sepultó. En la administración Calderón Sol nos abrimos al mundo con la privatización --en competencia-- de las telecomunicaciones, hoy hay más celulares en el país que personas; se dio la reforma de pensiones, pues el sistema anterior estaba quebrado y se ejecutó aunque de manera inconclusa la reforma al sector energético.

Cuando una persona ha llegado a los puestos que llegó Armando es inevitable que tenga detractores, ya que, como decía un autor espiritual, “no se puede pretender ponerle puertas al campo”. Pero ante tanto comentario positivo que le hace justicia a su legado, pensé que el mejor tributo que podía hacerle al patriota, al amigo, es contar los principales rasgos de su vida política, de su vida de servidor del país --y no de haberse servido del país-- y de su cálida personalidad.

Noble, muy noble era tu corazón, Armando; nunca descalificaste a nadie, luchaste siempre por tus principios y valores, eras de una sola pieza. Creciste aún más al dejar la presidencia y con todo lo sucedido en los últimos años, proyectaste sabiduría y ecuanimidad. Respetaste siempre a tus adversarios ideológicos, no hubo para ti clases sociales --con todos eras abierto y entrador--, entendías muy bien el sentir de los salvadoreños. Por todo ello, gracias, muchas gracias. Tenías todavía mucho que darle a tu Patria pero le dejas un hermoso legado a tu familia, amigos y a tu país. ¡Que descanses en paz!

*Columnista de El Diario de Hoy.