Atravesamos un periodo aciago

Hoy 7 de octubre, precisamente, se celebra su día venerando especialmente a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.

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Por Elizabeth Castro

06 October 2017

Verdaderamente, aciago: 3 huracanes en el Atlántico, causando daños incalculables en Texas y Florida y una devastación sin precedentes en las islas del Caribe, especialmente en Puerto Rico, golpeado por 2 de ellos en el término de un mes. México no solamente sufrió por huracanes que le llegaron tanto del Pacífico como del Atlántico, sino que en cuestión de días fue embestido por 2 terremotos de gran intensidad, con réplicas igualmente dañinas.

Eso, mencionando solamente los desastres naturales de mayor envergadura. Pero los que han sido causados por los humanos no tienen parangón: atentados terroristas en Europa, violencia política que ha llegado a niveles peligrosísimos en España, una inconcebible masacre realizada en Las Vegas, etc. Noticias gravísimas que comprueban cuánto se ha deteriorado nuestra calidad humana.

En nuestro propio país la situación es todavía más alarmante. No solo a consecuencia de la época lluviosa y de nuestra falta de previsión, sino principalmente por el escalamiento de los asesinatos (tantos muertos en septiembre, como los causados por los desastres naturales mencionados), desapariciones, extorsiones y demás que crecen imparablemente. Y, para colmo, las próximas elecciones, que deberían ser motivo de esperanza, se han convertido en otra gran preocupación, dadas las críticas que todo el proceso está recibiendo y las pocas aclaraciones que recibimos del TSE. Porque su impresentable presidente, lejos de dar confianza, todo lo enturbia.

Bueno, ¿y para qué traer a cuenta todo lo que ya sabemos? ¿Para deprimirnos, para contribuir al negativismo, para quitar las ganas de seguir adelante? No, todo lo contrario: para recordar que tenemos, a mano literalmente, la solución que ha sacado a flote a personas, a familias, a ejércitos, a naciones enteras que ya se consideraban perdidas: el Santo Rosario.

Hoy 7 de octubre, precisamente, se celebra su día venerando especialmente a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Y ya se sabe la historia, pero es bueno recordar brevemente por qué y cuándo se instituyó esta fiesta.

Se cuenta que en 1208 la misma Virgen María enseñó a Santo Domingo de Guzmán el rezo del Rosario. Años después, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el Rosario pidiendo por las fuerzas cristianas. El Pontífice estaba en Roma cuando, súbitamente, anunció que “sabía” que la flota cristiana había triunfado. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia de la victoria, por lo que, posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre, y un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario, que hoy celebramos.

Desde entonces, son innumerables los eventos que, gracias a la fuerza de esta poderosa oración, han cambiado su curso. Por eso, lejos de desesperarnos, llenémonos de fe y de esperanza, tomemos cada uno —hoy y diariamente— nuestro rosario y sintamos la inmensa fortaleza que cada una de sus cuentas, pasadas entre nuestros dedos con amor y devoción, nos va transmitiendo. María, la Omnipotencia Suplicante, mediante su intercesión, hará que su Divino Hijo nos mire con ojos de misericordia y nos ayude a cumplir, a cada quien, con nuestro deber.

*Columnista de El Diario de Hoy.