Hugo Hefner

Nació el 9 de abril de 1926 en Chicago. Vivió la vida loca e hizo millones realizando su sueño. Pasó a peor vida el 27 de septiembre de 2017 en su Mansión Playboy, la propiedad más valiosa de Beverly Hills.

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Por Mirna Navarrete

02 October 2017

¿Cuántos memes de Hugh (Hugo) le cayeron la semana pasada? Jueves y viernes reventaron tal si fuesen palomitas de maíz. Sin duda, la muerte de papá Playboy capturó la atención del sexo masculino. La razón es simple, Playboy alborotó nuestras fantasías en más de algún momento.

En 1953 Hefner escuchó su olfato emprendedor, y decidió sacar al sexo de la oscuridad. Eran tiempos de posguerra, de familias conservadoras, de autopistas en Chevrolet y noches en Holiday Inn.

En ese entorno, Hugo estrena Playboy con nada más ni nada menos que la diva Marilyn Monroe, peladita en su centerfold. Shock para muchas mujeres de aquel entonces; boquita de paisaje para tanta testosterona.

Éxito rotundo. Rápidamente, su revista alcanzó su pico de 7 millones mensuales, y su imperio Playboy cosechó una fortuna, encabezado por el ícono universal de la conejita que invitaba a Enjoy Sex.

Y sí que Hughoooo lo disfrutó. Catador de un criadero de más de 1,000 conejitas (voto por que ingrese al Guinness); creador de una cadena de exclusivos clubs de caballeros, tragos, barras y lap dance; cabeza tras picantes shows de TV; dueño del Playboy Channel ($5.99 al mes), y de los derechos de la conejita impresa en calzoncillos, lociones y millones de guilindujes.

Me comenta mi amigo urólogo triatleta, que a ese nivel de acción, sin duda, Hugo tenía un implante de pene, activado por una bombita. Hace sentido.

Donde más la bombita disfrutó fue en tanto bacanal en el Playboy Mansion, refugio de conejitas, scotch, habanos, Viagra, y quien sabe qué más; dirección de su muerte natural según “dizque” su tercera esposa. Un caso más de gato viejo (91 años) y conejita tierna (26 años) multimillonaria.

Como todo lo que sube, tiene que bajar (“menos la bombita”, interrumpe la lorita Pepita), Playboy cae a medio millón de ejemplares, víctima de publicaciones, como Penthouse y Hustler, que “enseñan más”, pero, sobre todo, víctima de la acción en vivo que ofrece el internet.

La hija de Hugo, actual CEO, decide ajustar la revista a los tiempos, y el año pasado, deja de publicar chulonas. Rotundo fracaso que recién va revirtiendo.

Será interesante ver si Playboy vuelve a encontrar el camino a las mentes, corazones y billeteras de tanto macho men, territorio fértil de consumidores activos.

Mejor dejemos el plano de negocio y les cuento cómo Playboy impactó mi vida:

Apenas tenía unos 8 años, cuando lo primero que hacía al llegar a casa de la abuela Carmela era entrar al cuarto de mi tío más joven, a contemplar un collage de centerfolds de Playboy, pegadas, y barnizadas, sobre un plywood.

Mis tíos más viejos también eran “lectores” de Playboy, y la primada sabía a dónde las tenían alzadas. ¡Uno de cipote no es tonto!

El buen gusto quizás se hereda pues, para darme agua de tanto estudiar, aproveché la tarifa universitaria y me suscribí. Imposible olvidar el entusiasmo con que le quité el plástico a la primera Playboy que cayó en mi propio buzón.

Al regresar de vacaciones, parecía Transexpress de tanto encargo. Eran los tiempos de dos maletas de 100 libras. Cuando, en Comalapa, el agente aduanal abría la primera maleta, se topaba con la última Playboy, cortesía de este viajero. Agradecido, se olvidaba de revisar y me dejaba pasar.

¿Cómo alborotó su fantasía Hugo Hefner? Sea como sea, estoy seguro de que, al igual que yo, la avalancha de sus memes también gozó. Desde los decentes, como el de su ícono con una lágrima; los ocurrentes como el de su primer conejita - la ex ministra de Salud, hasta los que celebran su sexualidad.

En esta categoría, mi favorito es su cuerpo tilinte cubierto con sábana en forma de carpa de circo, seguro porque las conejitas no le desinflaron la bombita.

¡Mi amor, ya sé lo que quiero en Navidad! Una bata de seda roja, con bordado de conejita, en reconocimiento a un casanova cuyo olfato emprendedor, y estilo de vida, dejó huella. See you later, Hugo.

*Columnista de El Diario de Hoy.

calinalfaro@gmail.com