La palabra con la vista puesta a los ojos del otro es esencial

La tecnología, particularmente la de los teléfonos inteligentes, no es suficiente para mejorar la comunicación entre las personas; incluso se puede convertir en un obstáculo que impide una mejor relación personal.

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Por Inés Quinteros

30 September 2017

Visitas un restaurante y ves una familia departiendo alrededor de una mesa. Los jóvenes y los adultos por lo general tienen un teléfono a mano y lo utilizan profusamente. Los mensajitos vienen y van. Usted camina por la calle, está en una reunión formal o informal, incluso en las clases de cualquier universidad, los estudiantes están “chateando”.

Mucha gente, más de la que creemos según los estudios, no tiene como acompañante de cabecera un libro, sino un teléfono que por lo general se revisa hasta las últimas horas de la noche y se comienza el día viendo los nuevos mensajes compartidos por las redes sociales o cualquier medio digital.

Se dice que hay tantos teléfonos celulares como pobladores del planeta, que en nuestro El Salvador hay más líneas telefónicas que habitantes.

He querido mostrar un ejemplo de lo que sucede en la sociedad actual donde la tecnología, en este caso la telefonía móvil, la llamada telefonía inteligente, ha invadido la cotidianidad de los individuos.

Y es que, como lo dicen los teóricos, “estamos viviendo en un período de transición donde la tecnología está teniendo efectos sobre el desarrollo económico y la estructura social mucho mayor que nunca antes. Desde el siglo XVIII la innovación tecnológica ha renovado el sistema productivo, ha producido desarrollo económico y ha modificado la estructura social a través del cambio social; pero quizá nunca había tenido efectos tan rápidos y fuertes como ahora”.

Las nuevas tecnologías sin duda alguna ayudan y contribuyen decididamente a que los hombres se relacionen de mejor manera, se comuniquen mejor y sobre todo aceleren los procesos de intercambio que permitan mayores y mejores niveles de productividad. En definitiva, la tecnología de una u otra manera ha fomentado y acrecentado de forma acelerada la denominada “sociedad poscapitalista”, “sociedad de la información”, “sociedad del conocimiento”, sociedad de la comunicación”, entre otras denominaciones.

Sin embargo, este proceso tiende o pone en peligro que la comunicación o el mismo intercambio entre los hombres se dificulte y se pierdan “en el camino” los procesos de mayor y mejor integración; la comunicación directa se pierde cuando estamos alrededor de una mesa chateando… en este sentido, hay una hay una cita del pensador italiano Giovanni Sartori, muerto en abril pasado, que tiene no solo gran actualidad sino que toca las fibras más profundas del hombre en su relación con sus semejantes, cuando dice: “Actualmente hablamos de lenguajes en plural; por tanto, de lenguajes cuyo significante no es la palabra: por ejemplo, el lenguaje del cine, de las artes figurativas, de las emociones, etc. Pero estas son acepciones metafóricas, pues el lenguaje esencial que de verdad caracteriza e instituye al hombre como animal simbólico es ‘lenguaje-palabra’, el lenguaje de nuestra habla”.

La palabra dicha llanamente, frente a frente, mirando a los ojos del otro, no puede ser sustituida por ninguna tecnología; es más, cuando la palabra no llena su cometido y no logra ser portadora de un mensaje claro y contundente que sea recibido por el interlocutor, comienza otro tipo de elaboraciones para que el mensaje llegue; es así la narrativa en sus múltiples expresiones, verbales o visuales, directa o medida a través de los diferentes medios de comunicación es usada.

De eso habla Sartori cuando se refiere al lenguaje del cine, de las artes figurativas…y por supuesto de lo que este autor ha trabajado profusamente, la televisión como fenómeno mediático que ha invadido casi toda la humanidad con su mensaje absorbente.

“La primacía de la imagen, es decir, de la preponderancia de lo visible sobre lo inteligible, lo cual nos lleva a un ver sin entender. Y esa es la premisa fundamental con la cual examino sucesivamente al video-política, y el poder político de la televisión”, dice textualmente Sartori, quien además de estudiar el fenómeno visual plantea que este desarrollo no necesariamente lleva a que los hombres se comuniquen más y mejor. Es más, plantea la era de la manipulación, de la manipulación visual haciendo, y retomando también al pensador Baudrillard, “la información, en lugar de transformar la masa en energía, produce todavía más masa”.

De manera contundente dice Sartori, “es cierto que la televisión, a diferencia de los instrumentos de comunicación que la han precedido (hasta la radio), destruye más saber y más entendimiento del que transmite”… lapidario, como también lo es creer que chatear por sí mismo mejora la comunicación, olvidando o dejando de lado que para ser eficiente es esencial la palabra, la palabra correcta viendo a los ojos al interlocutor.

* Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com