Post hoc, ergo hoc

¡Bravísimo, diputados, han cumplido con su tarea! ¡Qué bien se siente, ¿no?! ¡Qué rico han de haber dormido ese día! ¡Deber cumplido, tarea superada! ¡Sigan haciéndolo!

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Por Inés Quinteros

29 September 2017

Hace algunas semanas, a raíz de las declaraciones del vocero de la Presidencia de la República acerca de los muy tristes resultados del gobierno en las encuestas (“son percepciones”), yo recordaba que la percepción es el mecanismo que empleamos los seres humanos para inteligir el mundo, o la forma en que tratamos de hacerlo, para ser más preciso.

Por eso me permito sugerir a quienes manejan la maquinaria propagandística de la Asamblea Legislativa que mañana mismo manden a hacer una encuesta a la población con una única pregunta: ¿qué opina de la capacidad de los diputados en la Asamblea Legislativa para llegar a acuerdos importantes para la Nación? Puedo asegurar que los resultados serán beneficiosos: la población tiene hoy la percepción, la creencia, de que los diputados pueden llegar a acuerdos. Si se me permite, apuesto también que durante las próximas semanas los mismos diputados se pasarán tirando flores acerca de su notable capacidad para el diálogo y para llegar a acuerdos. Les recuerdo la frase de JFK: “No preguntes qué puede hacer por ti tu nación; mejor pregunta qué puedes tú hacer por tu país”, porque les viene bien en estos momentos. Las declaraciones irían en el siguiente tenor: “Era un asunto delicado para el país y estábamos en un entrampamiento serio. Cada partido tiraba por su lado. Entonces nos preguntamos ¿qué exige nuestro país de nosotros en estos momentos? y concluimos que era imperioso que llegáramos a un acuerdo. El acuerdo es perfectible, cada quien tuvo que ceder un tanto, pero hemos cumplido con la Nación (sustituir por los trabajadores, el pueblo, los ahorrantes, según el gusto de cada quien)”. Y por ahí pueden seguir echándose todas las flores que quieran. (Por favor, no vayan a despedir a nadie porque no se le ocurrió hacerlo siendo ese su trabajo. Ni modo).

Diré más. Creo que los miembros de la Honorable son genuinos cuando se felicitan unos a otros por haber llegado al acuerdo. Deben de andar felices, orondos, “orgullosos de hijos suyos poderse llamar”. Si los encuestaran ahorita a ellos mismos, hasta sus colegas de los otros partidos les parecerán buenos. Eso es lo que expresa magistralmente Ruz en su caricatura de ayer: “Echémonos otro traguito para celebrar el momento, antes que nos toque volver a pelearnos”, dicen los grandes. Y los chiquitos: “No hay duda de que somos imprescindibles”, “bien chivo la estamos pasando”. Y repito, creo que son genuinos en su felicidad al regodearse de su hazaña.

Por eso es que no estoy de acuerdo con la Unicef cuando sostiene que las tareas son perjudiciales para los niños de escuela (si en verdad ha cometido tal desacierto como se reportó hace meses en algunas noticias). Las tareas bien pensadas no sólo afianzan el aprendizaje de lo explicado en clases; también permiten que cada niño –ahora con el furor de las inteligencias múltiples- las aborde de la manera en que mejor lo entiende. Además, cuando el niño cumple con su tarea se siente como los diputados ahorita: “feliz y a la vez contento”, como futbolistas que han ganado un partido. ¡Y algunos se niegan a felicitar al niño que saca buenas notas, al vendedor que cumple con su meta o al trabajador que cumple con su tarea! No, señores, eso se llama refuerzo positivo: hace que se incremente la probabilidad de que lo vuelva a hacer bien la próxima vez que le toque hacerlo… Así que ¡bravísimo, diputados, han cumplido con su tarea! ¡Qué bien se siente, ¿no?! ¡Qué rico han de haber dormido ese día! ¡Deber cumplido, tarea superada! ¡Sigan haciéndolo!

Así que, por favor, señor vocero. Ni se le vaya ocurrir decirles que los resultados de la sugerida encuesta “son percepciones”. Sí lo son, como percepciones eran las de los ciudadanos expresando su disconformidad con el gobierno. Pero es que la percepción sigue al hecho, no hay percepción sin un estímulo que percibir. Creer que percibe sin estímulo real son las alucinaciones (creer que escucha voces inexistentes o que ve oasis donde no los hay) o las ilusiones (concepto o imagen sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos, RAE), lo que es peor aún en un gobernante o en quienes lo asesoran.

* Psicólogo

y colaborador de El Diario de Hoy.