¿Irrespeto a los Símbolos Patrios?

Respeto y quiero a mi país, pero también protesto por lo que en ese territorio sucede y porque quiero aprovechar mi esfera de influencia para tratar de motivar un cambio.

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Por Mirna Navarrete

27 September 2017

Hace unos años, mi amigo Andrés Pino publicó en una red social una frase que me pareció maravillosa, pero no logro recordar del todo. Era a inicios de septiembre y en resumen pedía que el patriotismo se orientara más a cuestionar y exigir a las autoridades que a repetir himnos y ondear banderitas.

Fascinante, pensé. Yo, que por años he sido reacio a involucrarme mucho en la parafernalia septembrina de oraciones a la Bandera y desfiles, encontré en las palabras de Andrés un nuevo significado del patriotismo, uno que me gusta y me hace sentir cómodo pues que parece que le hago un mayor bien al país.

Exigir justicia y pelear por ella es, al final del día, la verdadera misión del ciudadano. Tomar esas consignas que generalmente están escritas en cursiva en las páginas del pasaporte y hacer que pasen de ser eslóganes hermosos a verdades irrenunciables. Aprovechar cada trinchera de acción personal para luchar por algo más grande.

Hace trece meses, el mariscal de campo de los 49ers de San Francisco, Colin Kaepernick, optó por no pararse durante el Himno Nacional de los Estados Unidos previo a un juego de fútbol americano. Al ser duramente cuestionado por esta actitud, dijo a los medios que lo hacía en señal de protesta por la brutalidad policial, que afecta en mayor medida a los afroamericanos.

Al deportista lo criticaron por irrespetar los símbolos patrios y recientemente hasta fue insultado por el presidente Donald Trump, pero él, al poner una rodilla al suelo durante el himno, está aprovechando la influencia que le otorga su labor cotidiana para mandar un mensaje más fuerte: el de la lucha por la justicia y la igualdad.

Y no es para menos. Según el sitio mappingpoliceviolence.org, 309 afroamericanos murieron a manos de policías en 2016 y en lo que va del presente año, ya son 207. De estos, destaca el sitio, solo el 31 % era sospechoso --al momento de su asesinato-- de estar armado y de haber cometido un crimen violento. El aumento de estas muertes no ha disminuido los niveles de violencia y la mayoría de casos ha terminado en impunidad.

En ese país hay una alarmante incidencia de abusos policiales y trágica brutalidad y denunciarlo no solo es correcto, sino un mínimo moral para una persona con influencia. Es precisamente lo que desde ese momento Colin y sus compañeros han estado haciendo cuando suena el himno nacional.

En consonancia con las palabras de mi amigo Andrés hace unos años, veo ahí un nuevo abordaje a los símbolos patrios y el mismo concepto de patriotismo. No es irrespetarlos, sino dotarles de un nuevo significado: no uno meramente protocolario y de celebración, sino uno de exigencia y cuestionamiento.

Estamos cerca del final de septiembre y este es un buen momento para reflexionar sobre nuestra actitud como ciudadanos. ¿Qué significa para nosotros ser salvadoreños y dónde reside nuestro orgullo de serlo?

Aclaro que no juzgo a una persona que opte por ondear banderas y disfrutar el Himno Nacional mientras lleva a su familia a la parada militar del 15 de septiembre. Esto es perfectamente aceptable. Sin embargo, insto a esta persona a ir más allá.

¿Qué tal si, además de colocar la bandera en la ventana de su carro, se fija en las elevadas cifras de ejecuciones de “presuntos pandilleros” en dudosos enfrentamientos? ¿Y si también pone de su parte para reducir la pobreza y la exclusión? ¿O quizá puede involucrarse en una organización ciudadana que fiscalice las propuestas electorales de cara a marzo de 2018?

Yo, como Colin Kaepernick, optaré por poner una rodilla al piso --de manera figurada probablemente-- cada vez que esté frente a nuestra Bandera. Porque respeto y quiero a mi país, pero también protesto por lo que en ese territorio sucede y porque quiero aprovechar mi esfera de influencia para tratar de motivar un cambio.

Además, siguiendo las palabras de mi amigo, trataré cada septiembre y el resto de los meses de tener una postura crítica pública ante nuestros líderes. Creo que el aplauso y la indulgencia ciega a nuestras autoridades y la ingenuidad de creerle todo a los partidos políticos sí es una ofensa a nuestra Bandera.

*Columnista de El Diario de Hoy.

@docAvelar