No hay sueños imposibles

El camino al éxito no tiene atajos: se debe recorrer la ruta del sacrificio personal, las oportunidades aprovechadas y los riesgos tomados.

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Por Mirna Navarrete

24 September 2017

En un país en donde las historias positivas son tan escasas, resulta esperanzador conocer los casos como el de Yansi. Una historia que nos confirma el dicho: “Quien quiere, puede”. Yansi es fiel ejemplo de lo que puede obtenerse cuando se une el temple trabajador de los salvadoreños con el apoyo y apertura de la empresa privada.

Yansi Cruz, segunda hija de una familia de siete hermanos, creció al amparo del negocio de venta de comida de su abuela en Chimalapa, caserío ubicado carretera a la frontera Anguiatú, Metapán. Su primeras letras las aprendió en el kínder de la escuela del caserío, para luego continuar sus estudios en diferentes escuelas públicas, hasta graduarse de bachiller en el Instituto Nacional de Metapán “Benjamín Estrada Valiente”.

Ante su buen desempeño como estudiante, su madre la impulsaba a seguir adelante, ya que -según sus palabras- “la única forma de salir de la pobreza es la educación”. Así nació en su mente una idea que al inicio parecía un imposible: obtener un título universitario. En bachillerato, su profesor, Federico Estrada, la impulsa a estudiar para sobresalir académicamente y así poder optar por una beca en el programa que la universidad ESEN ofrece a los alumnos destacados de institutos nacionales.

A pesar de que una carrera universitaria es un sueño distante e improbable para la mayoría de jóvenes salvadoreños, que viven en situaciones económicas precarias y limitadas, Yansi decidió aplicar a la beca. De la mano del profesor Estrada, enfocó todo su esfuerzo para hacer realidad su sueño y, tras años de estudio, con título de bachiller en mano, se sometió al examen de admisión en la universidad.

La prueba fue difícil. Los días pasaron en tensión, hasta que recibió la tan esperada llamada de la institución, en donde se le informó que había sido aceptada en la universidad. Se le otorgó una beca “completa” para sus estudios, la cual incluía colegiatura, transporte, habitación y alimentación. En su casa hubo fiesta: pupusas, gallina, tamales y chocolate bien caliente. A partir de ese momento, Yansi solo debía preocuparse por estudiar... O eso era lo que ella creía.

En la universidad, tuvo que experimentar varios procesos de adaptación: pasar de vivir en un caserío, a vivir en el área metropolitana de San Salvador y, de paso, acostumbrarse a un nivel de estudios definitivamente superior al que se maneja en la mayoría de instituciones públicas. A la par de la natural presión de los estudios superiores, se juntaron las crisis personales: la nostalgia de la ausencia de la familia; el cansancio y estrés propios de su carrera, que se traducía en la llamada telefónica con voz entrecortada por las lágrimas y con un “mami, ya no aguanto”. El asimilar que ella estudiaba sin poder trabajar, mientras su familia seguía en la lucha diaria contra las adversidades económicas.

Muchas veces, la conciencia de conocer que su familia pasaba necesidades le hizo plantearse la opción de dejar de estudiar para comenzar a generar ingresos y ayudarlos; pero su madre y hermanos, sus tutores académicos en la universidad, así como la influencia positiva del profesor Estrada, la impulsaron a seguir adelante para coronar sus estudios superiores, prometiendo esto: una vez graduada, tendrás mejores oportunidades laborales y económicas. Así Yansi aprendió lo que muchos emprendedores saben: el camino de los que quieren salir adelante está siempre lleno de sacrificios, no solo los propios, sino también los de la familia. El camino al éxito no tiene atajos: se debe recorrer la ruta del sacrificio personal, las oportunidades aprovechadas y los riesgos tomados.

Luego de mucho esfuerzo y sacrificio, Yansi se graduó en enero de 2015 como ingeniera de Negocios. Su felicidad y satisfacción personal son difíciles de describir; y es que su logro no era para menos, cumplía uno de sus más grandes sueños; sus padres y familia estaban ahí para celebrarlo con ella. Los beneficios de su primer logro académico no tardaron en llegar, el lunes siguiente a su graduación comenzó a trabajar como “Ingeniera de Producto” en la unidad exportadora de Empresas ADOC.

Ahora, Yansi se encuentra en Guadalajara, México, esperando la emisión del permiso laboral para iniciar su trabajo en la empresa transnacional que la ha contratado. La cipota soñadora de Metapán está a las puertas de una nueva faceta de su vida, esta vez, en los zapatos de una profesional de éxito. Ella mira para atrás y ahora se da cuenta de que ya no hay sueños imposibles, solo oportunidades, ya que sabe que con esfuerzo, estudio y trabajo, todo es posible. Yansi está ansiosa por iniciar labores y así demostrar de qué son capaces las mujeres salvadoreñas cuando se proponen algo, y yo le digo: “Yansi, tranquila, ya lo demostraste”.

 

*Abogado, máster en leyes.

@MaxMojica