El pulso del país

El Salvador no va bien, lo muestran las diferentes encuestas que piden un cambio de rumbo, pero un cambio para mejorar y no como el ofrecido por Funes, que fue, a todas luces, para empeorar.

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Por Mirna Navarrete

18 September 2017

En estos tiempos del marketing electoral, con tanta claridad observado en las campañas presidenciales de Macri, Trump, Macron, me llamó la atención lo dicho por un consultor político senior --se puede ver en You Tube--, quien al hablar de los grupos de influencia en la sociedad (políticos, empresarios, periodistas, comentaristas y generadores de opinión) denomina a ese 10 a

20 % de la población, dependiendo de cada país, como pertenecientes al “círculo rojo”.

Somos, según esta tesis, quienes nos autoalimentamos con opiniones macro sobre el devenir del país y del mundo mientras la clase política continúa distanciándose de las necesidades más sentidas de la gente. Global se habría vuelto dicho fenómeno.

En la campaña electoral que ganó Macri en la Argentina, para el caso, hubo una larguísima intervención de Cristina Fernández de Kichner ante el Senado de esa nación, según sus críticos, plagada de mentiras. Mientras el equipo de campaña opositor preparaba la respuesta, obtuvo el sorprendente resultado de un sondeo rápido: solo un 2 % de los argentinos había seguido con detenimiento la presentación. Responderle al kichnerismo solo hubiera sido caer en su agenda.

Donald Trump, por su parte, supo en todo momento --vía plataformas digitales-- cuáles eran las preocupaciones más sentidas de cada audiencia, condado por condado, logrando de esa forma conectar con los problemas del ciudadano común.

Vale entonces lo que dijo Albert Einstein, de quien muy pocos podrán dudar que tuvo una privilegiada inteligencia: “Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados”. Pero para ser más específico en materia política y por si le cuesta a algunos aceptar lo dicho por Einstein, en “Estado y revolución (agosto de 1917)”, Lenin dijo que “la política no es como las piedras de la ‘Nevsky Prospekt’”, en referencia a que la política es cambiante y no es como los bloques de plaza cuidadosamente ordenados, digamos, como los de la Plaza Roja en Moscú. La Avenida Nevsky es la principal de San Petersburgo y una de las calles con mayor historia en el globo.

El Salvador no está exento del sentimiento tradicional contra los políticos que recorre gran parte del mundo, pero se vuelve evidente --en especial para la generación de los ‘millennials’-- que los puños levantados y la marcha de ARENA por sí sola no conectarán con ellos. No habían nacido o estaban por llegar al uso de la razón cuando esta marcha habría tenido razón de ser.

En cuanto al FMLN es obvio que permanecen anclados en el pasado, después que por décadas proclamaron a sus bases la lucha de clases, tomada de “El Capital” de Karl Marx, escrito ciento cincuenta años atrás. Desconozco qué les infunden ahora desde el gobierno. Ojalá ya no sea odio y resentimiento.

El Salvador no va bien, lo muestran las diferentes encuestas que piden un cambio de rumbo, pero un cambio para mejorar y no como el ofrecido por Funes, que fue, a todas luces, para empeorar. Lo que el país requiere es que haya creación de puestos de trabajo pues todo trabajo honrado enaltece al ser humano y que las familias salvadoreñas podamos vivir seguras en el país que nos vio nacer, crecer y desarrollarnos. Pero para lograrlo deberán dejarse por fuera los atrincheramientos, ceder posiciones --jamás en principios--, innovar en la búsqueda del bien común, en aras de contribuir a resolver los problemas de la gente.

Así, solo así, lograremos como salvadoreños la conexión necesaria con la problemática cotidiana que enfrenta la mayoría de nuestra población, para poder volver a hacer de El Salvador un país libre, próspero y seguro.

* Director Editorial de

El Diario de Hoy.