Próceres modernos

Más de una vez me he preguntado, en ese tráfico de Los Próceres y usualmente de ida o vuelta del aeropuerto, si lo que tenemos es lo que soñaron nuestros Fundadores.

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Por m

17 September 2017

Me acuerdo como si no hubieran pasado dos décadas y media. En el patio del kínder, debajo del palo de mango a cuyos pies se instalaba según la época, altar de Día de la Cruz o telón de fondo para “actos”, varias docenas de minipersonas uniformadas. Las niñas de overol y falda, los niños con pantalones cortos. La mayoría con las rodillas raspadas. En bloques con más desorden que orden, cada quien sujetando entre las manitas (probablemente) pegajosas, una varita de bambú con una bandera hecha de plástico de bolsa. Ondeándola casi con violencia se cantaba con total desentonación aquello de “con dos franjas azules y en medio una muy blanca, se forma la Bandera, símbolo de mi Patria”.

Por alguna razón se me ha quedado grabado el momento, pero al llegar a la segunda estrofa el corito desentonado se entusiasmaba cual concierto de rock en su momento de clímax, de manera que la parte de “todos, todos debemos quererla mucho mucho y los salvadoreños, le rendiremos culto” se cantaba con total euforia y convencimiento. Convencimiento de la unanimidad del sentimiento, porque si la canción decía “todos”, pues claro que todos, minipersonas y adultos completos, seguramente querían “mucho, mucho” a la Patria también.

Décadas después me río de la ingenuidad del asunto y agradezco la paciencia de las pobres “misses” que toleraban las vocecitas desgalilladas en plena euforia patriótica. Ingenuidad, porque a los cuatro o cinco años el concepto de Patria es reductible a dos franjas azules con una muy blanca al centro, y el concepto de patriotismo, a la fuerza con la que se ondea la banderita o el volumen con el que se entona la canción. No se tiene en ese momento duda alguna de que “todos, todos” quieren a la Patria, como dice la canción. Se vive aún en la tierna ignorancia de que muchos, con plena conciencia de sus actos, a la Patria la quieren nadita y se enriquecen a su costa perpetuando un sistema de corrupción, tanto desde instituciones gubernamentales como desde corporaciones clientelistas.

Cuando se aprende de nuestros Próceres por primera vez, con la típica imagen de los cromos de librería, se entiende poco de las razones que movieron a ese grupo de padres narizones y un par de señores bigotudos a dedicarle tiempo a la causa independentista. Cuando hablamos ahora de Los Próceres normalmente nos referimos al bulevar más que a las figuras históricas que nos heredaron la responsabilidad por el terruño. Más de una vez me he preguntado, en ese tráfico de Los Próceres y usualmente de ida o vuelta del aeropuerto, si lo que tenemos es lo que soñaron nuestros Fundadores y si, de vernos en la actualidad, se hubieran animado de todas maneras a dar “el Primer Grito”.

Quiero pensar que sí. Que cuando soñaban y pensaban en el futuro --difícilmente se emprenden causas como la independentista a menos que se tenga una enorme capacidad de soñar -- pensaban en las generaciones que veníamos después. Que lo que sea que fuere que los impulsaba (más allá del cinismo y de los obvios intereses políticos y económicos del momento, el patriotismo idealista que desgalilla a niños de kínder), lo sentirían también otros hombres y mujeres, y como ellos, arriesgarían lo propio, lo mezquino y lo pequeño, para conquistar lo común, lo significante y lo trascendente. Ojalá, décadas después, las minipersonas que ondeábamos banderitas plásticas y cantábamos con fervor desentonado, no les estemos fallando.

*Lic. en Derecho de ESEN con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University. Columnista de El Diario de Hoy. @crislopezg