Con licencia para matar

No permitamos que presiones internacionales nos obliguen a cambiar nuestra legislación de respeto a la vida humana.

descripción de la imagen

Por Elizabeth Castro

16 September 2017

El título de este artículo no pretende comentar el privilegio especial del Agente 007, otorgada por Su Majestad Británica, sino los artículos de dos altos funcionarios de la ONU aconsejando la manera de lograr la despenalización del aborto, con el ejemplo de cómo Chile logró cambiar su legislatura.

El director de la División de las Américas de Human Rights Watch se toma el derecho de explicarnos los rechazos del Tribunal Constitucional chileno a las demandas de los grupos pro vida. Y sorprende que alguien de su nivel académico argumente que “existen todavía desacuerdos éticos, religiosos y médicos sobre cómo definir el comienzo de la vida”, algo totalmente descartado ante los avances de la ciencia en el siglo XXI. Y califica de obstáculo que en Chile, los hospitales privados podrían tener autorización legal para negar el acceso al aborto sobre la base de objeción de conciencia.

También el Representante Regional para Centroamérica de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, luego de calificar la penalización del aborto como una práctica nociva, para justificar su pretensión insiste en 20 mujeres que “tras sufrir abortos espontáneos fueron procesadas por homicidio agravado y luego condenadas a desproporcionadas penas de prisión”.

Extraña que un funcionario extranjero, representante de un organismo internacional, crea esa falacia que le ha dado la vuelta al mundo en redes sociales y en pintadas en buses urbanos. Para obtener información fidedigna, debió haber recurrido al Instituto de Medicina Legal para analizar las fotografías de las criaturas asesinadas por sus propias madres y las pruebas científicas que demostraron que no fueron abortos espontáneos, sino embarazos de término, en que las criaturas vivas fueron asesinadas, con lujo de crueldad.

Espeluznantes imágenes de recién nacidos cuyas cabezas fueron destrozadas a pedradas, otra estrangulada con el delantal de su abuela, otra que al morir fue tirada a orillas de un río y devorada por los animales. Seguro que ante el horror experimentado no se habría atrevido a esgrimir un argumento tan débil.

En reciente artículo en el que rechaza la campaña internacional contra nuestra legislación en este tema, el Lic. Federico Hernández comenta una conversación sostenida por él con una delegada regional de uno de estos organismos, empeñada en convencerle del espíritu regresivo de nuestra legislación pro vida. Y ante su pregunta de por qué los cuantiosos fondos que su organización destinaba a financiar campañas abortistas no se utilizaban en promover el acceso de las madres en riesgo a tratamientos sanitarios, la irritada respuesta fue: “Nuestro mandato es la despenalización del aborto, no meternos a decir a cada país lo que debe hacer con sus sistemas de salud”. ¡Asombrosa contradicción!

De la vida real: en un municipio del país, un joven médico realizaba su año social y atendió a una atribulada mujer embarazada, madre de cinco criaturas, que solicitaba le practicara un aborto. Ante la pregunta del galeno de por qué quería matar a su hijo no nacido, ella entre lágrimas respondió que por su pobreza no tendría cómo dar de comer a una boca más. Tras breve reflexión, el profesional le preguntó la edad del hijo mayor, y al saber que tenía 12 años, le dio la siguiente solución salomónica: “Mejor matemos a este, que es el que come más”. Horrorizada la madre, se convenció de que sería un crimen igual terminar con la vida del ser que llevaba en su vientre.

No permitamos que presiones internacionales nos obliguen a cambiar nuestra legislación de respeto a la vida humana. Despenalizar el aborto es tema prioritario en la agenda del FMLN: HAY QUE SACARLOS DEL GOBIERNO.

*Columnista de El Diario de Hoy.