Fiestón: Fiesta de nivel superior

El Mined re-acreditó el pasado 13 de septiembre a varias instituciones de nivel superior. Por los siguientes cinco años quienes allí estudien tendrán la seguridad de que la enseñanza que reciban será de calidad.

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Por Elizabeth Castro

15 September 2017

Usted es empresario. ¿Compraría un sistema para asegurar que la calidad de sus productos fuera siempre en crecimiento? ¿Cuánto pagaría por un sistema que le garantizara que, por los próximos cinco años, mejorará continuamente la calidad de lo que produce?

Usted es agricultor, ¿compraría un árbol de mango que, año con año, produjera más ricos mangos o una variedad de café que incrementara anualmente la calidad del café que produce?

Apuesto que la totalidad respondería afirmativamente a las preguntas.

Usted es ministro de Estado. ¿Solicitaría al Mintrab o a los Bomberos que llegaran a evaluar su ministerio para comprobar si las instalaciones cumplen con todos los estándares de seguridad o al Minsal para revisar los cafetines donde almuerzan los empleados? Silencio oficial.

Usted es ciudadano, opine: ¿cuánto nos ayudaría, como país, que cada organización o institución hiciera bien lo que está supuesta a hacer (con la sola excepción de las dedicadas al mal, se entiende)?

¿Cuánto avanzaríamos si nos acostumbráramos a que nuestro trabajo fuera evaluado y certificado por otros? ¿Puede imaginar usted a la alcaldesa y al albañil del pueblo solicitando a una comisión imparcial que evaluara la belleza o idoneidad de los “monumentos” que construyen?

Nuestro sistema educativo, en el nivel superior, cuenta con una Comisión Acreditadora de la Calidad de Educación Superior (CdA). “La CdA otorga la acreditación y re- acreditación a aquellas instituciones que, tras someterse a un proceso voluntario de autoevaluación y evaluación externa, cumplen con una serie de requisitos”, leímos en este periódico el jueves. La acreditación, pues, es un reconocimiento público que un organismo externo hace de la calidad de la educación impartida por una institución que ha dado cumplimiento a diferentes estándares de calidad establecidos. El Mined re-acreditó el pasado 13 de septiembre a varias instituciones de nivel superior. ¡Fiesta en el Nivel Superior de Educación! Por los siguientes cinco años quienes allí estudien tendrán la seguridad de que la enseñanza que reciban será de calidad.

Ahora está de moda educar con base en competencias. Competente es la persona que, frente a una necesidad contextualizada, puede movilizar elementos conceptuales, actitudinales y procedimentales para dar una solución de calidad. La Nota del Día de este periódico del pasado lunes 11 discurría respecto a la inversión que las empresas hacen para capacitar a sus empleados. Lo dijo bien el editorialista: “La educación formal es un punto de partida en el que el estudiante y el graduado reciben lo básico de saberes relacionados con su profesión. Pero es en el trabajo, cuando se tiene que aplicar lo que se aprendió a situaciones reales, que mucho cobra sentido y, además, se aprenden a hacer las cosas para que encajen en la tarea común de una empresa o una entidad. Esa necesidad de la práctica, de aplicar lo que les enseñaron, es lo que madura los conocimientos al nivel de las exigencias de un empleo”.

El concepto de competencia nació en el ámbito de la educación para el trabajo, donde es idóneo. Lamentablemente, está generando una gran confusión entre educar bien (con calidad, lo que hacen las instituciones que acaba de acreditar el Mined) y educar para el trabajo.

No se debe exigir al Estado, a las universidades o a los institutos especializados que inviertan para educar con una contextualización que solo el puesto de trabajo puede aportar. Son las empresas, no la educación formal, las que deben invertir en el capital humano. ¿Cuánto nos ayudaría, como país, que cada institución cumpliera bien son su misión? ¿Cuánto avanzaríamos si nuestro trabajo fuera evaluado y certificado por otros? ¡Pues eso es justamente lo que se ha acreditado de ISEADE, Mónica Herrera y otras universidades!

No sé si todos los rectores habrán cumplido años el día que recibieron tal acreditación, pero en ISEADE sí que supieron coronar la fiesta del suyo. Ojalá así celebraran sus cumpleaños todos los dirigentes de nuestras organizaciones: “aceptando el reto de moverse hacia la búsqueda de la verdad, de salir de su zona de confort y someterse a procesos evaluativos que permiten superarse” como reporta la periodista que declaró él. Sinceras felicitaciones, por partida doble.

*Psicólogo y colaborador de

El Diario de Hoy.