El cansancio del disco duro

Llega un momento en el que, como sucede con los ordenadores, el disco duro que alberga nuestro cerebro no da más de sí y comienza a descolocarse el almacenamiento de los recuerdos y del conocimiento.

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Por Mirna Navarrete

11 September 2017

La imagen que muchos conservamos de Ben Bradlee, el célebre editor del Washington Post bajo cuya dirección Bob Woodward y Carl Bernstein destaparon el escándalo de Watergate, es la de un hombre brillante y seductor.

Bradlee tenía el olfato afilado de un periodista experimentado que le valió al prestigioso Post 18 premios Pulitzer; era, además, estiloso y guapo. En el filme ‘Todos los hombres del presidente’ su personaje, encarnado por Jason Robards, apoya la investigación de dos de sus más intrépidos reporteros –Dustin Hoffman se metió en la piel de Bernstein y Robert Redford en la de Woodward— que dieron al traste con la presidencia de Richard Nixon.

Hoy en unas memorias que pronto saldrán a la luz su viuda, la también reconocida periodista Sally Quinn, hace público que en los últimos años de su vida Bradlee padeció de demencia, un secreto que su entorno manejó con total discreción. En la propia redacción del periódico le permitieron al mítico editor conservar su oficina cuando ya había pasado de la ochentena para despachar asuntos, aunque siempre bajo la supervisión de quienes sabían que su capacidad cognitiva se estaba apagando.

Según ha adelantado Quinn, cuya columna de Estilo en el Post gozó de gran popularidad, su esposo murió a los 93 años extraviado en la nebulosa de la pérdida gradual de memoria. Resultó muy duro, ha reconocido ella, ser testigo del deterioro mental de quien fue el amor de su vida.

Sally Quinn reflexiona sobre los rigores del paso del tiempo, cuando la demencia senil nos reduce a la mera supervivencia física de un cuerpo que aún late pero de una mente que se extingue. Al leer su sentida crónica uno comprende que en esta época, en la que la expectativa de vida ya alcanza los ochenta, hemos estirado al máximo la capacidad del intelecto.

Bradlee apuró su vida pública y profesional hasta una edad avanzada. Hoy en día se ha extendido la creencia de que podemos eternizar la vitalidad de los años más plenos, pero en muchos casos un aspecto externo saludable enmascara el lógico deterioro de las facultades intelectuales. Por mucho que en la era del Antiaging se recomienda la afición a los Sudoku y otros juegos de ejercitación mental, llega un momento en el que, como sucede con los ordenadores, el disco duro que alberga nuestro cerebro no da más de sí y comienza a descolocarse el almacenamiento de los recuerdos y del conocimiento.

Ben Bradlee se apagó poco a poco sin tener plena conciencia de que su formidable espíritu menguaba antes que su vencimiento físico. Pero hay ancianos que, enfrentados al sentimiento de “cansancio vital” y anticipando la espiral del fin de una trayectoria, se adelantan a los diagnósticos de los médicos proponiendo ellos la interrupción de una existencia que, a su juicio, ha cumplido un ciclo.

Es en Holanda, uno de los países pioneros en adelantos sociales, donde las personas mayores pueden defender el derecho al suicidio asistido no solo en casos de enfermedades mortales, pero también esgrimiendo el principio de que vivir no tiene que ser una obligación. De ese modo, aquellos que tienen la íntima convicción de que ha llegado la hora de marcharse podrían hacerlo de forma digna argumentando cabalmente sus motivos.

Ben Bradlee disfrutó de una existencia colmada de triunfos y la fortuna de tener a su lado una esposa mucho más joven que lo acompañó en el ocaso, protegiéndolo de las indefensiones que produce la demencia senil. Pero en estos tiempos en los que cada vez hay más Baby Boomers en el umbral de una vejez precaria y no siempre amparados por personas allegadas con los recursos y la voluntad de hacerse cargo de ancianos con problemas incipientes de memoria, debería haber más avenidas. Cuando el cansancio vital del disco duro se asoma, hay quienes aspiran a tener otra salida.

*Periodista.

@ginamontaner