Un reconocimiento

Me sorprende que no se compense de mejor manera a estas personas que arriesgan su integridad física para proteger a sus conciudadanos, que no se les garantice contar con el mejor equipo disponible para protegerse.

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Por Elizabeth Castro

08 September 2017

Hace unas semanas tuve una de esas experiencias en que uno piensa que la película de la vida posiblemente había llegado a su fin. Estaba haciendo alto en un semáforo de la zona del Hospital de Maternidad. A mi izquierda y algo adelante había una patrulla de la PNC, y justo a mi derecha, un bus del servicio colectivo. De repente veo que salen de la patrulla, como catapultados por un relámpago, dos policías con armas en mano que comienzan a correr hacia el bus. De alguna forma se habían dado cuenta de que estaban robando dentro de la unidad de transporte. Lo primero que me vino a la mente fue que si iban tras delincuentes y estos reaccionaban disparando yo iba a quedar en fuego cruzado.

Mientras pensaba en qué lugar me iba a cubrir en caso de una balacera, los agentes llegaron al bus y sometieron a dos ladrones que, afortunadamente, no ofrecieron resistencia. Todo pasó en unos cuantos segundos. Seguí mi camino absorto en la meditación y cargado de ideas existencialistas.

En mis cavilaciones no dejé de admirar la conducta valiente y decidida de los agentes, quienes sin ninguna vacilación, sin tomar en cuenta que los asaltantes podrían dispararles, se lanzaron al ataque. Era de reconocer con admiración y gratitud a estas personas que arriesgan sus vidas en cualquier momento en el cumplimiento del deber. No cualquiera está dispuesto a algo así.

En estos días he vuelto a pensar en los policías al leer en los periódicos que algunos tienen que trabajar en ocupaciones diversas para complementar el modesto salario que reciben; que otros tienen que comprar municiones extra para tener cómo defenderse en caso de ataque, y de otro que quedó mal herido al lanzarse de un autobús en marcha después de forcejear con asaltantes que lo iban a matar pero que no se autorizó que un helicóptero lo trasladara a un hospital.

Me sorprende que no se compense de mejor manera a estas personas que arriesgan su integridad física para proteger a sus conciudadanos, que no se les garantice contar con el mejor equipo disponible para protegerse ellos mismos, o que no tengan la certeza de que se les brindará la mejor cobertura en caso de resultar heridos en el cumplimiento de sus funciones. Esto hace aún más sacrificado su trabajo y más digno de ser reconocido. Sin embargo, hay más críticas que reconocimiento, y eso es simplemente injusto. Por supuesto que existen agentes que abusan de su autoridad, que hacen capturas arbitrarias, que filtran información o reciben sobornos, y al hacer esto, traicionan a su propio gremio, pero no se debe juzgar al conjunto por lo que hacen unos cuantos. Los buenos agentes son la mayoría.

En mi trabajo profesional he tenido la oportunidad de conocer de forma personal a muchos policías, hombres y mujeres. Personas rectas y sencillas que llevan una vida como todos nosotros, con hijos en la escuela o la universidad, con familias a las que se esfuerzan por sacar adelante. Algunos han llegado a mí por problemas emocionales asociados al trabajo, otros para evaluaciones generales. Me admira la actitud de un buen número que por diversas razones han quedado limitados a labores administrativas pero que ansían volver al trabajo policial, con los riesgos que atañe. Y resulta muy triste ver noticias de agentes que mueren sin haber tenido el justo reconocimiento que merecían y ganaron.

*Médico psiquiatra

y columnista de El Diario de Hoy.