Impresiones personales tras una visita exprés

Quienes hablan de unirse, porque eso de la unión suena bonito y azucarado, deben darse cuenta de que de nada sirven ni sus tests de pureza ni sus opiniones progresivas a menos que tengamos un gobierno que funciona para lo que debería: servir a la ciudadanía.

descripción de la imagen

Por Mirna Navarrete

03 September 2017

Cinco días, una visita exprés, no son suficientes para establecer a fondo la situación de ningún lugar, por supuesto que no. Para hacerse una idea realista del estado de la economía, la seguridad ciudadana, el mejor lugar para irse a tomar un café, se necesita, más que visitar, estar. Y es poco lo que se logra estar en solo cinco días. Sin embargo, para establecer el estado anímico de un lugar no se necesitan más que un par de conversaciones y en los cinco días que estuve recientemente en San Salvador, ante la vigilancia permanente de nuestro soberbio volcán, las tuve. Obviamente, ni la muestra es representativa ni pretendo extrapolar conclusiones científicas de lo que solo son impresiones personales, alcanzativas, si se quiere, de mi país y mi gente.

Platiqué con amigos y familia, taxistas, meseros, guardias de seguridad, agentes de aduana; con fanáticos de la política y con perpetuos indiferentes; con gente que lee los periódicos y mira los programas de opinión religiosamente y con gente que, a mucha honra, solo lee Twitter y memes de Whatsapp. Me sorprendió que, cual guión ensayado, la mayoría de las conversaciones que sostuve tenían el mismo tono: hartazgo. Del tráfico, de la inseguridad, de la evidente incapacidad de las autoridades y la sobreabundancia de corrupción. Hartazgo, que n desesperanza; para muchos, el estado de las cosas solo significa que hay oportunidades para crecer.

Varias (quizás la mayoría) de las conversaciones empezaban con un tema, pero inexplicablemente terminaban en política, como adicción insalubre. En varias se manifestó la necesidad cursi y azucarada de “que la gente se tiene que unir” y apoyar la candidatura de “quien sea” con tal de sacar al FMLN del poder, por su demostrada ineptitud, por ser iguales o peores, en términos de corrupción y falta de transparencia, que los gobiernos de ARENA que criticaron en el pasado. Cualquiera pensaría que la evidente incapacidad del Frente y su obcecado apoyo a las violaciones a los derechos humanos que a diario ejecuta la dictadura venezolana sería una ventaja para ARENA, y sin embargo, su imagen está tan desgastada que son outsiders de su política partidista los únicos que por el momento tienen la posibilidad de convertirse en sus candidatos presidenciales.

Y claro que lo de “unirse” importa, pero cuando se habla de unirse, así, en abstracto, pocas veces se habla de las implicaciones reales. Siempre se tira la idea de unión apasionadamente pero a nivel superficial, sin reconocer lo que de verdad implica. Significa que aquellos que exigen tests de pureza en temas como el aborto, matrimonios del mismo sexo, o legalización de las drogas, tendrán que admitir en su bando a quienes, como ellos, comparten la opinión de que el FMLN no debería seguir en el poder, pero que a diferencia de ellos, creen que hay espacio para el debate en los temas mencionados. Significa que estos últimos tendrán que hablar con menos condescendencia de quienes tienen opiniones más conservadoras. Significa que para quien sea que termine de candidato, el primer test de liderazgo será lograr convencer a estos dos bandos -- que no se toleran entre sí y que tienen en común que contestan con un no rotundo cuando yo les preguntaba si se unirían con alguien que pensara diferente -- de que lo apoyen, y el segundo, explicar por qué votar por su candidatura será distinto que volver a elegir al FMLN o a la corrupción y sobresueldos de los gobiernos de ARENA. Significa que quienes hablan de unirse, porque eso de la unión suena bonito y azucarado, deben darse cuenta de que de nada sirven ni sus tests de pureza ni sus opiniones progresivas a menos que tengamos un gobierno que funciona para lo que debería: servir a la ciudadanía. Y eso hay que ganarlo de manera convincente en las próximas elecciones, o continuaremos debatiendo hasta el cansancio a los márgenes de la política otros cinco años más. Entendiendo eso, a ver si todavía les gusta eso de “unirse”.

* Lic. en Derecho de ESEN con Maestría en Políticas Públicas

de Georgetown University.

Columnista de El Diario de Hoy.

@crislopezg