Los papagayos del castrismo

Díaz-Canel y Castro saben que no hay nada más peligroso que un individuo que gestiona su destino. La libertad genera iniciativa propia y ésta puede derivar en bienestar.

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Por Mirna Navarrete

30 August 2017

Faltan seis meses para que sea oficial la jubilación de Raúl Castro y nadie debe vislumbrar una transición a la democracia en Cuba. El primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel se ha encargado de echarles un jarro de agua fría a quienes sin fundamento alguno ven en él a un reformista dispuesto a desmantelar la dictadura.

Resulta ser que se ha dado a conocer un video grabado en febrero en el que el probable sucesor de Raúl reitera el carácter despótico del régimen en una conferencia sobre las supuestas virtudes del castrismo. A pesar de que por su edad Díaz-Canel no pertenece al parque jurásico de los viejos comandantes de la revolución, su discurso y lenguaje son igualmente vetustos. Sin duda, es un digno discípulo de su mentor, dispuesto a perpetuar las trasnochadas consignas de un modelo político fracasado que solo se sostiene por medio de la represión y la castración de la sociedad cubana. En un sistema abierto con elecciones reales y la alternativa de partidos políticos, estos dinosaurios ya estarían en la cuneta de la historia.

Díaz-Canel tiene el físico de un galán de segunda en una telenovela de bajo presupuesto. Su hablar es pastoso y tirando a vulgar, con expresiones como “Nuestros medios se van con esa bola…”, cuando se refiere peyorativamente a los logros de los emprendedores que luchan por salir adelante en un país condenado por decreto a la miseria y la mediocridad. Ni un destello de brillantez. Ni rastro de autonomía intelectual. Ni asomo de un estadista de altura. Sencillamente ha trepado por la tortuosa enredadera castrista y, sin un voto que lo avale en las urnas, en febrero podría ser designado por la dinastía de los Castro para garantizar el continuismo de un gobierno totalitario.

Si se cumple el guión que parece escrito sobre la piedra que hoy alberga los restos de Fidel Castro, el delfín de Raúl se encargará de que el inmovilismo perdure, como dice la canción, “Hasta que se seque el malecón”. Y solo se comprende esta terquedad por mantener en pie las ruinas de la revolución, si se tiene en cuenta que los Castro y todos los gerifaltes de la nomenclatura quieren evitar a toda costa pagar por sus atropellos y perder sus prebendas.

Es enfermiza la obsesión del gobierno cubano contra la posibilidad de que los cuentapropistas y emprendedores puedan prosperar al margen de la ominosa sombra del estado. Díaz-Canel y Castro saben que no hay nada más peligroso que un individuo que gestiona su destino. La libertad genera iniciativa propia y ésta puede derivar en bienestar. Justo lo contrario de lo que ha sido y es el castrismo: un feudo comunista que durante casi seis décadas ha condenado al pueblo a la pobreza con falsas promesas de un paraíso igualitario.

Cuando veo y escucho a Díaz-Canel siento que se repite la historia de los infinitos cachorros de la revolución que despuntaban y prometían recitando el catecismo castrista: Arnaldo Ochoa, los hermanos la Guardia, Carlos Lage, Roberto Robaina, Felipe Pérez Roque, entre otros. Unos acabaron fusilados, otros encarcelados y todos defenestrados por la maquinaria que los formó y luego los expulsó de la órbita del poder. Quién sabe cómo acabará este “compañero” del que Raúl ha dicho que ni es un “advenedizo ni un improvisado”.

Díaz-Canel podría ser el próximo presidente, con Raúl presidiendo como la Reina Madre en una suerte de monarquía absolutista, asegurándose de que su estirpe conserve la influencia y las riquezas que ha acumulado a lo largo de los años. Lo único que tiene que hacer su sucesor es ser el guardián de esta casta y el celador de los cubanos que se atreven a aspirar a una vida mejor en una sociedad plural.

Todo lo que el primer vicepresidente repite en el video es mezquino, obtuso y gris, pero nos hace el favor de despejar cualquier duda: dentro de seis meses los cubanos no tendrán motivo alguno para hacerse falsas ilusiones. Miguel Díaz-Canel es otro papagayo de la dictadura. Se lo ha ganado a pulso.

*Periodista.

@ginamontaner