Lo veo nervioso, Jimmy

El presidente actual, que navegó con la bandera de antipolítica y de no tener antecedentes de corrupción, ya salió salpicado en un posible caso de financiamiento irregular.

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Por Elizabeth Castro

29 August 2017

Hace poco menos de un año, después de la captura de un expresidente por presuntos delitos de corrupción, otro poderoso funcionario publicó en sus redes sociales mensajes en contra del Fiscal General Douglas Meléndez, acusándolo de favorecer a una bandera partidaria en particular.

Ante estas opiniones, el Fiscal General se limitó a decir: “Lo veo nervioso”, y procedió a exponer una posible línea de investigación en contra de ese servidor público, la cual podría explicar sus comentarios en redes.

Descalificar a la autoridad a cargo de impartir justicia e iniciar investigaciones puede ser, como en su momento dijo Douglas Meléndez, una señal de nerviosismo de parte de quien se sabe involucrado en alguna irregularidad y, como dicen, pretende “matar su chucho a tiempo” haciendo ver mal a quien posiblemente lo inculpará.

Es precisamente eso lo que estamos viendo en la hermana República de Guatemala, donde el accionar independiente del binomio anticorrupción de la fiscal general, Thelma Aldana, y el jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad (Cicig), Iván Velásquez, lograron en 2015 llevar a la justicia a un presidente en funciones, su compañera de fórmula y su más cercano círculo de oscuros colaboradores.

Asimismo, han destapado las cloacas más desagradables de la política chapina, revelando incontables irregularidades en materias como financiamiento de partidos o adjudicación de contratos.

El presidente actual, que navegó con la bandera de antipolítica y de no tener antecedentes de corrupción, ya salió salpicado en un posible caso de financiamiento irregular. De hecho, la semana pasada, el binomio anticorrupción solicitó a la Corte Suprema de Justicia que se le quite la inmunidad para poder juzgarlo. Dos días después, el mandatario pidió declarar non grato al jefe de la Cicig y expulsarlo del país.

No sé ustedes, pero al ver a Jimmy Morales tratando de expulsar al comisionado Iván Velásquez, yo solo puedo recordar las palabras del fiscal salvadoreño. Lo veo nervioso, excelentísimo. Lo veo temeroso y dispuesto a hundir la imagen y confianza en su país, además de los importantes avances en la lucha contra el mal uso de los recursos públicos, con tal de salvarse momentáneamente.

Así de nervioso veo, también, al presidente estadounidense Donald Trump, quien está en medio de una importante trama de supuesto involucramiento ruso durante la campaña que lo llevó a ser el inquilino de la Casa Blanca.

Tras extensas investigaciones y grandes aportes periodísticos, ha trascendido que su jefe de campaña, miembros de su círculo cercano y hasta su propio hijo tuvieron encuentros con diplomáticos y funcionarios vinculados al gobierno de Vladimir Putin con la intención de dañar la imagen de su rival, Hillary Clinton, y favorecer su ascenso al poder.

Escudándose en mentiras, en mayo el presidente destituyó al entonces director del Buró Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, después de conocerse que le había pedido que dejara de lado las investigaciones sobre el caso que podría involucrarlo y que este último no aceptó. Además, Trump le pidió lealtad.

Tanto Trump como Jimmy Morales buscaron apartar del camino a figuras clave en la investigación de casos que pueden causarles un enorme daño político y consecuencias legales. ¿Por qué los nervios? ¿Es que acaso no han entendido el principio de justicia independiente? ¿O sí lo entienden y es precisamente por eso, por las consecuencias que conlleva, que batallan en su contra?

Mientras tanto, en San Salvador, el partido de gobierno y algunos de sus adversarios políticos observan con detenimiento las maniobras de los mandatarios estadounidense y chapín para deshacerse de funcionarios incómodos. Aquí han sido numerosos los intentos de sacudirse a la Sala de lo Constitucional, al Fiscal General, así como quitarle dientes al Instituto de Acceso a la Información Pública y a la sección de Probidad, entre otros.

Puede que un día se sientan tan nerviosos (más de lo que ya están, pues se les nota) que opten por una salida más radical y destituyan, sin base en derecho, a estas personas que les tienen contadas las costillas y limitado el poder o motiven atentados en su contra.

Si como sociedad somos lentos y no impedimos esto, habremos perdido al país. Entonces, los nerviosos seremos otros.

*Columnista de El Diario de Hoy.