Entre abusos y desorden

Esa sensación de satisfacción estética y orgullo nacional se ve opacada por la vergonzosa realidad de que hemos convertido nuestros 21,000 km en un auténtico basurero.

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Por Elizabeth Castro

26 August 2017

En las recientes vacaciones agostinas, al visitar diferentes lugares de nuestro país, nos extasiamos ante las playas, lagos y montañas, verdadero regalo del Creador, que adornó de tantos paisajes de maravilla un espacio tan pequeño. Pero esa sensación de satisfacción estética y orgullo nacional se ve opacada por la vergonzosa realidad de que hemos convertido nuestros 21,000 km en un auténtico basurero.

Toneladas de basura quedan en las playas, material plástico, que al no recogerse se devuelve al mar, causando la muerte de tantas especies, muchas en vías de extinción. En muchos lugares la falta de servicios sanitarios obliga a irresponsables visitantes a hacer sus necesidades donde sea.

El Ministro de Turismo ha expresado su satisfacción por el éxito de los programas de Pueblos Vivos, ante el aumento de visitantes y el atractivo ingreso económico generado. Pero no le avergüenza promocionar un país lleno de basura, ni su desinterés en iniciar una campaña para educar a los ciudadanos en el tratamiento adecuado de los desechos. Tampoco parece importarle al MARN tan seria amenaza para el medio ambiente, ni al Minsal el efecto nocivo en la salud del pueblo.

También alardea Turismo de la modestísima remodelación de 6 habitaciones del otrora bellísimo Hotel de Montaña del Cerro Verde, que no va a ser subsidiado, pero realizará un estudio de mercado para fijar precios, casi excusándose porque habrá que cobrar, y que el restaurante que el Istu maneja actualmente en el parque servirá la comida a los huéspedes, porque la remodelación no incluye tales servicios. Lástima que no se sueñe en grande, para convertir un lugar tan espectacular en un destino que atraiga turismo internacional VIP, administrado por cadenas internacionales.

No hay interés en las autoridades en enseñar al pueblo a obedecer las leyes, ni su responsabilidad de hacerlas cumplir.

La costumbre lamentable de establecer mercados en las principales carreteras llega a niveles de abuso y casi de ilegalidad, en la vía que viene del occidente hacia la capital, al pasar por Lourdes, Colón. Además del mercado instalado a ambos lados de la carretera, las ventas invaden el pavimento, con carretillas de mano en una fila más adelante.

Han usurpado el frente de edificios donde hay comercios e instituciones bancarias, a las que únicamente han dejado un mínimo espacio como vía de acceso para un vehículo. Empresas que pagan impuestos y han invertido en infraestructura, pero han perdido todo derecho ante el abuso de los que se rigen por la ley del monte.

Tampoco el Minsal supervisa los puestos donde venden alimentos, hasta carne y pollos, y las vendedoras abanican el producto para espantar las moscas. Circulan furgones y buses que además de verter humo negro sobre las ventas y amenazar atropellar a los compradores, causan tremendos atascos al estacionarse vehículos de proveedores y los blindados que atienden a las instituciones financieras. ¿Dónde está la autoridad a cargo de velar por el cumplimiento de las leyes para beneficio del bien común?

Las estadísticas de las altas sumas invertidas por el Minsal en el tratamiento de enfermedades respiratorias por la contaminación ambiental son alarmantes, pero nadie entiende por qué no se aplica la ley a los buses viejos con chimeneas al aire libre y se deroga la prórroga que, para beneficiar a Alba, les ha permitido seguir vendiendo diésel con altos niveles de azufre, lo que para los diputados rojos no tiene importancia.

Si queremos convertirnos en un país civilizado, la ley debe aplicarse de igual manera para todos y no favorecer al grupo de los privilegiados. HAY QUE SACAR AL FRENTE DEL GOBIERNO.

*Columnista de El Diario de Hoy.