Más allá de lo razonable

La Ortorexia Nerviosa se presenta en individuos que por su nivel social pueden escoger sin restricción lo que comen.

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Por Elizabeth Castro

25 August 2017

La existencia humana está llena de ironías. Una de ellas es que habiendo tanta hambre en el mundo, tantas personas que no tienen de qué alimentarse, que comerían cualquier cosa a fin de aliviar su necesidad de llenar el estómago, hay otras que llegan al extremo de despreciar lo que la mayoría de humanos consume y seleccionan obsesivamente lo que se llevan a la boca. Pero así es la naturaleza humana, cargada de contrastes.

A diferencia de muchas otras enfermedades, los trastornos de la alimentación afectan principalmente a las clases sociales pudientes, las que tienen suficiente y variado alimento a su alcance. No se encontrarán casos de anorexia nerviosa o de bulimia en las islas del Golfo de Fonseca; se encontrarán en los barrios elegantes de las ciudades; no en países africanos, sino en Europa y Norteamérica.

Nuestros abuelos comían tranquilamente sus alimentos cocinados con manteca de cerdo, sin haber oído nunca las palabras colesterol o triglicéridos. Satisfacían su necesidad de alimentación sin poner demasiada atención; la cuestión era simplemente tener algo en la mesa. Con los avances científicos en materia de nutrición y el conocimiento desarrollado de la relación entre alimentación y salud, un individuo medianamente letrado sabe ahora cuáles alimentos son saludables y cuáles pueden perjudicar la salud. Este conocimiento ha permitido que se puedan tomar decisiones más informadas y optar por lo que es más sano.

Pero siempre hay extremos, individuos que se extralimitan, y lo que debía ser un propósito de tener una alimentación razonablemente saludable se convierte en una obsesión. Se ha observado que ciertas personas desarrollan actitudes anormales con respecto a la selección de sus alimentos. Se obsesionan por comer “sanamente” y llegan a tener conductas que terminan dañando su salud.

La Ortorexia Nerviosa se presenta en individuos que por su nivel social pueden escoger sin restricción lo que comen. La intención inicial es comer de manera saludable, pero conforme pasa el tiempo la selectividad en lo que se come se transforma en algo patológico. Las personas con esta afección llegan a un punto en que cuentan con meticulosidad las calorías que ingieren, eliminan de su dieta grasas y carbohidratos, evitan alimentos que se han cultivado utilizando herbicidas u otro tipo de tóxicos, se informan de las propiedades nutricionales de todo tipo de alimentos así como de sus probables efectos negativos, hasta que sus opciones se ven reducidas a solo un exclusivo grupo de alimentos que cumplen los requisitos.

Las personas ortoréxicas naturalmente se vuelven eruditas en materia de nutrición y creen que su forma de alimentarse es la mejor, pero van apareciendo también fantasías y concepciones erróneas con relación a potenciales efectos dañinos, lo que disminuye en otra proporción sus opciones alimentarias.

Al final lo que ingieren es tan limitado que el necesario balance nutricional ya no es posible y la malnutrición se va volviendo algo concreto. Las tendencias obsesivas se refuerzan y aparecen conductas que podríamos llamar exóticas como la de comer solamente cosas crudas, evitar pinchar o cortar los alimentos o comerlos a los pocos minutos de ser extraídos del huerto.

Toda esta preparación y logística consume tiempo y energía, pero el ortoréxico está dispuesto a invertir lo que sea necesario. Los hábitos se transforman, las relaciones sociales se deterioran y la vida en general se complica. El conocer de estos casos hace que uno se ponga a meditar y que llegue a sentir un alivio cuando los hijos piden una hamburguesa.

*Médico psiquiatra

y columnista de El Diario de Hoy.