La servidumbre voluntaria

Con la red ya hecha, es mucho más difícil quitarse de encima un gobierno tiránico al que no le importa destruir económicamente a los ciudadanos y matarlos en manifestaciones diarias por tiempo indefinido.

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Por Elizabeth Castro

24 August 2017

En algún momento entre 1548 y 1552, cuando él tenía entre 18 y 22 años y era un estudiante de filosofía en la Universidad de Orleans, Étienne de la Boétie escribió su “Discurso de la Servidumbre Voluntaria”, en el que manifestó una curiosidad:

“Yo quisiera meramente entender cómo es que pasa que tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones, sufren a veces bajo un tirano que no tiene otro poder que el poder que ellos mismos le dan a él; que puede hacerles daño solo hasta el punto que ellos tienen la voluntad de permitírselo; que no podría herirlos a menos que ellos prefieran aguantarlo que contradecirle”.

Un poco más de 200 años después, en 1777, David Hume, el filósofo británico, escribió un ensayo llamado “De los Primeros Principios de Gobierno”, en el que apuntó:

“Nada aparece más sorprendente a los que consideran los asuntos humanos con un ojo filosófico, que la facilidad con la que los muchos son gobernados por los muy pocos; y la implícita sumisión con la que los hombres subordinan sus propios sentimientos y pasiones a los de sus gobernantes. Cuando inquirimos por qué medios esta maravilla se realiza, que, como la FUERZA siempre está del lado de los gobernados, que los que gobiernan no tienen nada en qué apoyarse que la opinión pública. Es por tanto, que es únicamente en dicha opinión que el gobierno está fundado; y esta máxima se extiende a los más despóticos y los más militares de los gobiernos, tanto como a los más libres y más populares”.

De la Boétie y Hume se referían a la desproporción entre la fuerza de un tirano, que es una sola persona, y la de los tiranizados, que pueden ser millones, y que aun así sufren bajo la tiranía de ese uno. Ciertamente, el tirano puede tener el apoyo de personas armadas, pero igual, ellos son muchos más que él y lo podrían quitar en menos tiempo que un parpadeo.

Cuando uno lee las cosas que están pasando en Venezuela uno se pregunta si esto es realmente cierto, ya que el régimen del Socialismo del Siglo XXI se ha mantenido por años en contra de la opinión de la inmensa mayoría de venezolanos, manifestada en elecciones legislativas, en la petición de un referéndum revocatorio, en consultas populares en contra de Maduro y de su proyecto de cambiar la Constitución del país para convertirla aún más en una tiranía similar a Cuba, y en manifestaciones diarias en las que los venezolanos han expuesto su vida para repudiar a Maduro y a su partido por más de tres meses. Y, a pesar de todo eso, Maduro se mantiene basado en su capacidad de generar violencia contra el pueblo venezolano, que es el que le ha entregado su poder.

Lo que está pasando en Venezuela muestra que hay momentos distintos en las tiranías. Para lograr subyugar a países enteros, los tiranos necesitan crear redes de clientes que liguen no solo su progreso económico y político sino también su supervivencia al destino del tirano. Por eso los tiranos buscan gente que no podría mantener su estándar de vida si no fuera por el puesto que el tirano le ha dado. Saben que si el tirano cae, ellos caerán también.

El momento en el que el aspirante a tirano está creando estas redes es su momento más vulnerable porque crearlas toma bastante tiempo. En ese período el mayor peligro es que el pueblo descubra lo que está haciendo y lo prevenga. Esto no sucedió en Venezuela porque la población, con la característica negligencia latinoamericana, permitió que los socialistas del Siglo XXI formaran su red y destruyeran la institucionalidad del país. Ahora, con la red ya hecha, es mucho más difícil quitarse de encima un gobierno tiránico al que no le importa destruir económicamente a los ciudadanos y matarlos en manifestaciones diarias por tiempo indefinido. El precio que ha pagado Venezuela por su negligencia inicial ha sido terrible. El pueblo de El Salvador debe verse en ese espejo y esperar que todavía haya tiempo en las elecciones de 2018 y 2019.

Si no, entraremos al grupo de las sociedades que tanto sorprendían a de la Boétie y a Hume.

*Máster en Economía

Northwestern University.

Columnista de El Diario de Hoy.