Niñas, ni esposas ni madres

Repetimos esta columna en vista de que se publicó incompleta el pasado lunes. Rogamos las disculpas del caso a la autora y a nuestras audiencias.

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Por Elizabeth Castro

22 August 2017

Las niñas son niñas y no deberían ser esposas a temprana edad. En eso estamos de acuerdo la mayoría de salvadoreños. Pero hay otro problema: a veces la falta de educación sexual lleva a que una niña se convierta en madre antes de los 18 años; en peores situaciones, una violación las obliga a asumir ese rol en contra de su voluntad. En ambos casos, muchas de ellas además de madres se convirtieron en esposas. Esta es una dura realidad de El Salvador, en la que más de 22,000 niñas están casadas o en unión no matrimonial, la mayoría de ellas en contra de su voluntad.

Hasta el pasado jueves, la ley salvadoreña aceptaba el matrimonio de una niña cuando estuviera embarazada y con el consentimiento de sus padres; esto dio lugar a que niñas fueran unidas en matrimonio en contra de su voluntad y, peor aún, con su violador. El temor al “qué dirán” impulsó a padres casar a sus hijas por la fuerza. Y en una total aberración, existen casos en que los jueces excluyeron de responsabilidad penal a acusados de violación si se casaban con su víctima menor de edad, obligándola a convivir con alguien que en algún momento le hizo daño.

Las anteriores situaciones son un reflejo de la cultura de nuestra sociedad. Esa en la que una relación sexual o embarazo en soltería se corrige casándose, donde el honor de la mujer se ve limpiado por el matrimonio, donde los hijos se legitiman socialmente si los padres están juntos y al hombre se le perdonan sus actos imponiéndole la pena del casamiento. Situaciones con una visión limitada de lo que significa un hogar.

A una niña mamá y esposa se le hace el doble de difícil salir adelante en una sociedad marcada por la pobreza, el machismo y la exclusión; con mucho esfuerzo de por medio, probablemente logre terminar sus estudios básicos y alcanzar la universidad, criar un bebé, mantener una vivienda y trabajar para subsistir. Pero no todas las niñas corren con esta suerte y muchas de ella ni obtienen trabajo ni apoyo de su familia o de la sociedad.

Derogar la posibilidad de que una niña se case a temprana edad es un buen comienzo para proteger sus derechos y libertades. Sin embargo, el problema de raíz no es este. Una persona no debería convertirse en mamá siendo aún una niña. No voy a entrar a discutir lo obvio: una niña no debería ser violada. Pero en los casos en los que no se da esta aberración, pero sí un embarazo, la razón detrás de esto es la vergüenza para tocar temas tabúes o el desconocimiento de los mismos padres. Y algo más, ni las familias ni las escuelas hablan sobre educación sexual completa a niñas y adolescentes.

A los jóvenes no se les enseña los riesgos y responsabilidades de una relación, la posibilidad de un embarazo o el peligro de adquirir una enfermedad de transmisión sexual. Tampoco se les enseña sobre cómo responder a una faceta distinta de la vida de ellos ni sobre métodos anticonceptivos. Estamos negando la realidad a la que muchos niños y adolescentes están expuestos; también nos estamos cegando al hecho que, en una sociedad globalizada, la información les llegará, quizá no de la mejor manera y sin el filtro de un adulto que los oriente.

Derogar la posibilidad de que los menores se casen trae un poco de sensatez a nuestra sociedad. Sin embargo, esta resulta insuficiente para enfrentar los problemas de niñas embarazadas, no desaparece las uniones no matrimoniales, ni la exclusión a la que estas o jóvenes mayores de 18 años se ven sometidas cuando llega un bebé a temprana edad.

En El Salvador aún tenemos el reto de una educación sexual completa para niños y adolescentes, y así prevenir embarazos o enfermedades. También tenemos el desafío de cambiar la cultura de una sociedad machista. Las niñas ya no serán esposas, pero falta erradicar que no sean madres a temprana edad.

Además, debemos eliminar el estigma que todavía recae sobre las jóvenes madres solteras. Un matrimonio debe darse bajo la convicción libre, informada y voluntaria de unirse a alguien más para formar una familia. Las mujeres no tenemos más honor por estar casadas, ni menos por tener un hijo siendo solteras.

*Columnista de El Diario de Hoy.