Claros y oscuros de la cobertura sobre la violencia

Las preguntas básicas del periodismo, qué, quién, cuándo, dónde y por qué, puestas en perspectiva muestran los hechos y el trasfondo que nos permite entender la realidad; la violencia hay que entenderla en esta lógica, pero sin perder principios como el respeto del dolor de las víctimas.

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Por Elizabeth Castro

19 August 2017

Lo que no podemos permitir, desde ningún punto de vista, son las declaraciones inconsistentes, peregrinas, politiqueras y ligeras de ciertos políticos de izquierda, en el pasado reciente en la oposición, que levantaban las voces de protesta y denunciaban las políticas fallidas de seguridad del gobierno de la época, por el elevado número de asesinatos y de extorsiones, pero que ahora en el gobierno, en el gobierno de izquierda del cambio, tratan de negar las altas cifras de asesinatos que por días superan la veintena y que, como ayer, hubo un quíntuple o los de la semana pasada, cuatro personas, supuestamente familiares de un marero, que fueron “asesinados con tiro de gracia” y aventadas en una calle de alta circulación.

Tanto antes como ahora debemos lamentar y condenar no solo las cifras sino las muertes de inocentes que por miles se cuentan y que dejan llanto y dolor entre millares de sus familiares, hombres y mujeres, así como enlutan la familia salvadoreña. Todavía más: debemos negarnos a “naturalizar” la muerte de más salvadoreños por la demencia de la violencia como también tratar de “justificar”, como lo hacen ahora mucho, que los muertos son “mareros” y que “no importa”.

En este sentido, me dio mucha pena que los voceros del gobierno declararon con bombo y platillo que en los últimos días han bajado los asesinatos en la mayoría de municipios, que hay cuatro días en los que no hubo asesinatos en el municipio de San Salvador, incluso que las políticas de seguridad son un éxito y que los niveles de seguridad han mejorado en el país y lo que se requiere es más recursos económicos para continuar con las exitosas políticas impulsadas por el actual gobierno. Visión que no deja de ser cierta pero que trata de esconder la cruda realidad que padece El Salvador: la violencia danza y cobra la vida de más de una decena de salvadoreños cada día (y en algunas fechas sobrepasa las 20 víctimas cada día).

El mismo Presidente de la República y los voceros afines al gobierno han tratado de levantar esta política clara de propaganda barata, poco efectiva y sin ningún beneficio para la ciudadanía que, sin duda alguna, tanto antes como ahora, tiene por horizonte trabajar, trabajar duro para sostener a su familia y convertir a sus hijos en personas de bien… Para la mayoría de salvadoreños, su única preocupación es llevar el pan a su familia, sin importar que esto signifique arriesgar su vida y ser víctima de la violencia, aguantar los pésimos niveles de seguridad social y la mala administración del actual gobierno.

En este contexto, también es de rechazar y condenar la cobertura “amarillista” que cada vez más invade no solo la prensa impresa, sino los medios informativos digitales que publican hechos de sangre en los que se pone el énfasis en “el cómo”, dejando de lado el porqué de los hechos… Y lo peor del caso es que se pasa por encima del quién al resaltar el sufrimiento, el dolor y el pesar de las familias.

Me explico: la cuestión no es que se “afecte la salud mental de la población” sino que se pase por encima del dolor cuando una persona, como ocurrió hace unos días, cuando una doctora tuvo un accidente y murió y se consignó con las cámaras el impacto de los familiares con el cuerpo del familiar… El dolor se debe respetar, mucho más cuando se trata de una cuestión fortuita.

Estas imágenes de dolor no debieron ser publicadas con tanta difusión como tuvieron. Es intolerable que ciertos medios, incluido este en su versión digital, recogiera el dolor del esposo al enfrentarse con el cadáver de su esposa luego del accidente… no podemos fomentar estas imágenes y difundirlas en los medios… Insisto, no por la salud mental de la población sino porque se pasa por encima del dolor y el sufrimiento de una familia que ha perdido a uno de sus miembros.

Esto no quiere decir, y en eso hacemos la diferenciación, que los medios de comunicación consignen al detalle y traten de explicar los hechos de violencia que no cesan ni disminuyen sustancialmente en el país; tampoco se puede dejar de publicar lo duro y escandaloso de la violencia actual sobre todo cuando está de por medio cuatro hechos que pueden tener explicación totalmente condenables como son: uno, los asesinatos masivos y sin sentido; dos, la violencia provocada por grupos irregulares que tratan de tomar la justicia en sus manos; tres, el accionar ilegal de las instituciones del Estado; y cuatro, los procesos ilegales del accionar del Estado y sus instituciones.

Informar sobre la violencia no es fácil, y no se puede explicar como dicen muchos, que se trata de “vender”.

El asesinato de un panadero cuyo único delito fue vender pan en una zona de una pandilla rival; el asesinato de un trabajador, acribillado y tirado en la calle; la muerte de los familiares de un marero y que fueron lanzados a la calles; los malos procedimientos al detener a un delincuente; los errores procedimentales de autoridad o los hechos de corrupción se seguirán publicando… esta es tarea de la prensa.

Insisto, consignar qué pasó, quiénes son los involucrados, cuándo ocurrió, dónde y por qué sucedieron los hechos... las preguntas fundamentales de la noticia que hechas con seriedad y profesionalismo conllevan no solo a mostrar lo sucedido sino el trasfondo… esto lo seguiremos haciendo, pero sin olvidar principios como el respeto al dolor de la víctima.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.

ricardo.chacon@eldiariodehoy.com