“Fuego y furia”

La amenaza de los norcoreanos les salió mal esta vez, ya que alguien más claro y directo ocupa ahora la Oficina Oval. Qué bueno que empieza a disiparse la posibilidad de que el mundo presencie “fuego y furia como no se ha visto antes”.

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Por Mirna Navarrete

15 August 2017

No he escuchado nunca la voz de Kim Jong-un --“líder supremo” norcoreano--, pero su poco elegante lenguaje corporal y su desajustada forma de reír me indican que alguno de sus asesores le habrá recomendado poner atención a la cita de Abraham Lincoln, quien una vez dijo: “Es mejor permanecer en silencio y que piensen de ti que eres tonto, que hablar y remover cualquier tipo de duda”.

Una de las últimas tiranías comunistas sobrevivientes, más de veinticinco años después de la desintegración de la Unión Soviética, la “República Democrática del Pueblo de Corea” ve su capacidad nuclear como sinónimo de subsistencia. Por ello, no es asunto baladí la guerra verbal que sostienen con el presidente estadounidense Donald J. Trump.

Corea del Norte inició la actual escalada con el lanzamiento de sendos misiles de prueba, el 4 y el 28 de julio (este último de largo alcance). Ante esta nueva amenaza y la opinión de expertos de que el régimen norcoreano ha acelerado su proceso para desarrollar capacidad nuclear, cuyos alcances lleguen hasta ciudades estadounidenses, la respuesta de Trump fue que cualquier ataque a los Estados Unidos o alguno de sus aliados será respondido con “fuego y furia, como el mundo nunca ha visto antes”.

El canciller norcoreano había dicho que la “suprema dignidad” del régimen está amenazada y que por ello “aniquilarán preventivamente”, haciendo uso incluso de armas nucleares. Y amenazaron atacar la isla de Guam, territorio estadounidense.

Ya Kim Jong Il, padre del actual “líder supremo”, negoció con Bill Clinton en la década de los Años Noventa un congelamiento a su programa nuclear, a cambio de masiva inyección de cash a su economía, ya que una vez desintegrada la Unión Soviética los satélites comunistas como Corea del Norte y Cuba quedaron en la bancarrota. Hambruna hubo en Corea del Norte en esa década. Pero les cayó la peseta a los norcoreanos de que la única forma de que sobreviviera su destartalado régimen era desarrollando capacidad nuclear y amenazando con utilizarla. La diferencia ahora con la Década de los Noventa es que, según los expertos, poco tiempo más le queda a los norcoreanos para alcanzar ciudades estadounidenses y a que en los Estados Unidos ya no es Obama el presidente sino Trump.

La revista británica The Economist dibuja un escenario de lo que podría pasar si esta vez Kim Jong-un decide atacar y se arma una escaramuza nuclear: para Corea del Norte, dice la revista, significaría el final de su régimen y la muerte de cientos de miles de personas; para Corea del Sur, un verdadero gigante industrial que nada tiene que ver con el comunismo, implicaría la destrucción de Seúl --una ciudad de 10 millones de habitantes--, por la cercanía con los misiles convencionales de su empobrecido vecino. Para los Estados Unidos, la posibilidad de un ataque nuclear en una de sus bases en Asia o en alguna de sus ciudades. Los sátrapas norcoreanos han venido señalando a la isla de Guam. Y ni hablar de los costos económicos que traería una nueva guerra en la península coreana, que tiene frontera con China.

Enseña la sabiduría popular que es mejor un mal arreglo que un buen pleito, y de hecho China instó ayer a Trump y a Kim Jong-un a finalizar las “provocaciones recíprocas”, horas después de que el “líder supremo” ordenó detener el lanzamiento de cuatro misiles hacia Guam.

Los aliados estadounidenses, Corea del Sur (por razones obvias, a la cabeza), Japón y los países europeos han pedido bajar la extrema tensión, no vaya a ser que se desate una verdadera tragedia. La amenaza de los norcoreanos les salió mal esta vez, ya que alguien más claro y directo ocupa ahora la Oficina Oval. Qué bueno que empieza a disiparse la posibilidad de que el mundo presencie “fuego y furia como no se ha visto antes”; pero ojalá entiendan también los norcoreanos que la amenaza nuclear que han venido sosteniendo es inaceptable.

*Director Editorial de EL DIARIO DE HOY