Negociaron con pandillas

¿A quién en su sano juicio se le ocurre que es válido sentarse a negociar aspectos políticos del país, como una votación, con grupos que se encuentran fuera de la ley?

descripción de la imagen

Por Mirna Navarrete

13 August 2017

El FMLN y ARENA habrían negociado con las pandillas a cambio de incentivar o intimidar las votaciones presidenciales de 2014. A los dos partidos políticos mayoritarios de El Salvador poco les importó el historial criminal de estos grupos, los fines para los cuales podrían utilizar el dinero recibido en sus negociaciones, ni las consecuencias que el fortalecimiento de estos grupos tendría en la vida de muchos salvadoreños. A estos partidos políticos únicamente les interesó mantener o recuperar el poder.

Empecemos por lo incomprensible. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre que es válido sentarse a negociar aspectos políticos del país, como una votación, con grupos que se encuentran fuera de la ley? Las pandillas son ese fenómeno social cuya raíz no hemos comprendido a cabalidad. Probablemente son producto de la desigualdad, violencia y falta de oportunidades, pero eso no excluye el hecho que son grupos de personas que han cometido graves delitos contra la sociedad y cuya reinserción o aceptación no puede ocurrir fuera de los parámetros que dibuja la ley.

Cuando en 2016 se dieron a conocer audios y videos publicados por el periódico digital El Faro, en el que aparecían funcionarios de ambos partidos mayoritarios intentando hacer acuerdos con los jefes de las principales pandillas, a los partidos no les tocó más que aceptar esas reuniones; eso sí, aduciendo otro tipo de motivos y tratando de justificar cualquier rastro de ilegitimidad. ARENA manifestó que sus reuniones se realizaron con el fin de que las pandillas permitieran una votación libre en los territorios controlados y cesaran el acoso a votantes en la segunda vuelta presidencial de 2014; mientras que el FMLN expresó que las reuniones del Ministro de Gobernación con pandilleros respondían a un apoyo económico para renovar los documentos únicos de identidad y programas de microcrédito.

Los partidos políticos han desgastado tanto su credibilidad en El Salvador, que ya pocos (o solo su voto duro) creen en las justificaciones que otorgan. Aunque manifiesten que sus propósitos eran distintos a incidir en las elecciones de 2014, no hay nada que justifique que negociaron con pandillas. Si su intención era detener acciones ilegítimas, su deber era acudir a las instancias correspondientes a denunciar y hacer públicos los hechos, no sentarse a ofrecer beneficios a pandilleros.

A los políticos no les importó que estos grupos han robado, matado, violado e intimidado a muchas personas; el único fin que ARENA y el FMLN habrían tenido en la cabeza era conseguir ganar las elecciones y con estas negociaciones dejaron claro que estaban dispuestos a pagar cualquier precio, dinero y vidas de salvadoreños. Usaron a grupos que depredan a la sociedad para ganar unas elecciones. Es algo vil. Despreciable.

Por otro lado, con este tipo de negociaciones queda expuesta la incapacidad de los actuales partidos políticos de ganar una elección con base en propuestas y trabajo. A ARENA y el FMLN les salía más fácil lograr que las personas votaran o dejaran de votar por la fuerza, a las alternativas naturales en un país civilizado: presentar planes de gobierno con propuestas decentes y que los ciudadanos fueran los que evaluaran esas propuestas en las urnas. No tienen ni la mínima capacidad de gobernar de manera decente, por lo que se tuvieron que auxiliar de los métodos más bajeros que existen.

ARENA y el FMLN atentaron directamente con el sistema político y contra la democracia misma. Si las elecciones libres son un presupuesto necesario para la existencia de un Estado constitucional de Derecho, el solo intento de alterar la voluntad popular a través de compra de votos o de la intimidación a ciudadanos libres para que no asistieran a las urnas, los vuelve culpables de atentar contra la esencia del sistema republicano.

Los partidos políticos ya se encontraban inmersos en una crisis por culpa de su misma ineptitud para dirigir los temas trascendentales para la ciudadanía; estas negociaciones con grupos criminales los siguen llevando camino al abismo. El posible resquebrajamiento del sistema de partidos políticos será culpa de la desconfianza que ellos mismos han sembrado con acciones reprochables como estas. O cambian su forma de hacer política, o la historia recordará a estas legislaturas y gobiernos como los únicos responsables de la total decadencia de El Salvador.

*Columnista de El Diario de Hoy.